sábado, 7 de agosto de 2021

La salvación no se pierde


La eternidad en juego

Esta entrada es una reflexión surgida de un sermón de John Piper, disponible en su sitio Desiring God, que se titula: "La eternidad está en juego en tu lucha contra la lujuria". Este título llama la atención por dos cosas: primero, la "eternidad en juego" y luego, "el problema de la lujuria". Me centraré en el primer tema.

 

Permítaseme una mención personal. Hace unos 20 años atrás viví una "transición denominacional" desde una congregación pentecostal a una bautista independiente, también conocidas como "fundamentalistas". Los conocedores de estas denominaciones saben de las diferencias que hay entre ellas, tanto en forma como en fondo. Creo que la diferencia principal entre ambas iglesias es que el pentecostalismo (o gran parte de él) enseña que la salvación del cristiano se puede revocar.

 

Hago el necesario punto doctrinal, tanto explícitamente como por medio de la inferencia podemos estar bíblicamente seguros que el cristiano ha recibido bendiciones espirituales insondables por la completa gracia de Dios a través de la persona y obra de Cristo. Estas bendiciones son de iniciativa divina, no son en reconocimiento a la respuesta del hombre. Son muchos los pasajes de la Biblia que sirven de alivio para todo aquel que sienta inseguridad. A propósito, cito este bello pasaje de Romanos 8:38-39

 

"Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro."  

 

De hecho, este tema es uno de los principios basales de la "Teología Reformada", siendo conocido como la doctrina de la "perseverancia de los santos", concepto más complejo pero que incluye el dilema de si la salvación se pierde o no.

 

Dicho esto, ¿por qué John Piper predica un sermón donde advierte a los oyentes que la eternidad está "en juego" en función de un determinado patrón de conducta? ¿si la salvación es inmutable, no parece esto un contrasentido?

 

Un caso: una mujer cristiana X en adulterio

 

Tiempo atrás había leído -también en Desiring God-, un escrito -también de John Piper-, que trataba sobre una mujer cristiana X que pertenecía a una congregación pastoreada por Piper. Siendo breve, la historia era más menos así: esta mujer llevaba un tiempo viviendo una relación paralela a su matrimonio, teniendo reuniones con su amante regularmente. Todo esto sucedía mientras continuaba su "vida cristiana piadosa". Un día, movida por su conciencia, se acerca a su pastor y le cuenta la situación, el pastor Piper le responde evidentemente que su conducta era un pecado contra Dios y que debía arrepentirse lo antes posible. Para sorpresa, la mujer le respondió que no estaba dispuesta a terminar con esa relación paralela, que podía dejar lo que fuera menos a su amante. Finalmente, la respuesta del pastor Piper fue más menos la siguiente: "mujer, si no terminas esa relación irás al infierno".

 

Más allá del "detalle" del pecado de esta persona, lo que me llamó la atención fue la respuesta del pastor: "si no terminas esa relación irás al infierno", lo cual me recordó la doctrina arminiana que la salvación puede llegar a perderse. 

 

Gracias a Dios esta mujer se arrepintió de su pecado. No obstante, ¿qué hubiera sucedido si no se hubiera arrepentido? Se habría perdido, en palabras del pastor. Para explicar este tipo de situaciones los interesados en estudiar la Palabra de Dios tenemos una respuesta contundente: lo que sucede realmente es que aquella mujer nunca fue una verdadera cristiana y su pecado sólo puso en evidencia esta condición. Está bien, esa respuesta es correcta, tiene adecuada base bíblica (Hebreos 6, Juan 2), pero si lo pensamos bien, es algo que sólo se puede considerar "ex-post", o sea, después de los hechos, por lo que la pregunta en tiempo presente queda aún sin responder. Si la mujer se arrepentía, entonces era cristiana, pero si no se arrepentía, se iba al infierno ¿Qué seguridad de salvación tiene la mujer en el momento de su entrevista con el pastor? ¿depende de lo que sucedió después?

 

John Piper predica ahora que "La eternidad está en juego en tu lucha contra la lujuria". Una persona que se llame cristiana y que persistentemente mantenga una relación obsecuente con el pecado, sin experimentar una lucha, se aleja bastante de la descripción que la Biblia hace de un seguidor de Cristo. Sin embargo, lo que se desprende lógicamente es que el resultante de la conducta individual da evidencia o no de la condición espiritual, por lo que pareciera que efectivamente nuestra salvación está "en juego" al menos en tiempo presente. El tema se transforma en una reflexión filosófica, pues como vivimos en el presente, no podemos garantizar nuestras conductas futuras. Pareciera ser que no sabemos a ciencia cierta si poseemos o no la salvación en este preciso momento. Es más, la Palabra de Dios nos dice "¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? (Heb 2:3) o "Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno" (Mt 5:29). Creo que es válido esgrimir que estos pasajes no son aplicables en un sentido soteriológico a alguien sellado por el Espíritu Santo, no obstante son fuertes llamados de atención que un creyente no puede dejar de considerar.

 

Consecuencia de la reflexión: procurar una vida que honre al Señor

 

Reflexionar sobre nuestra salvación es un estímulo a buscar más al Señor con temor y temblor (Fil 2:12). No se trata de fomentar una actitud legalista, de autoconfianza en el cumplimiento de una norma, pero también es cierto que el cristiano debiera auto confrontarse, como Pablo lo señala en 2º Corintios 13:5 "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos".

 

Dios no quiere que vivamos dudando de nuestra condición espiritual, pero es bueno de vez en cuando tener un momento de auto examinación, con la Palabra de Dios como parámetro, para así poder tomar decisiones respecto de aspectos de nuestras vidas que no glorifican a Dios y de otras acciones que sí lo glorifican pero que no hacemos. Lo que sí debemos tener claro es que la gracia de Dios no ha sido dada a los hombres para que el pecado sobreabunde (Rm 6:1), la gracia de Dios no es "barata" -como señaló el teólogo- sino que es una provisión de Dios en favor del hombre que debemos reconocer y valorar siempre en nuestro día a día.

 

 

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