sábado, 26 de septiembre de 2020

La verdadera comunión



Hay un problema con la definición

Muchas veces los problemas doctrinales surgen de la vaga definición de los conceptos de nuestro “lenguaje cristiano”. El no ser precisos en nuestras definiciones impulsa a que cada persona elabore para si una idea aproximada de lo que significa o puede significar tal o cual palabra. Recuerdo haber oído a Paul Washer comentar sobre los serios problemas que acarrea esta imprecisión en las definiciones, pues conceptos como salvación, gracia o redención son entendidos de forma distinta por las personas. Los problemas doctrinales surgen o se consolidan porque los conceptos que se invocan rara vez se definen, y los oyentes no siempre disponen de un diccionario bíblico a mano. 

 

Pienso que esta situación aplica también para la idea de “comunión”. Estoy convencido que no todos entendemos lo mismo cuando hablamos de comunión entre hermanos. Lo lamentable es que esta indefinición o ambiguedad tiene consecuencias negativas para la congregación, pues livianamente se le llama comunión espiritual a actividades que no lo son, y los hermanos creyendo tener “comunión”, finalmente no la tienen nunca. 

 

La comunión no bíblica entre hermanos: por similaridad social

 

Lo que se entiende por comunión cristiana en la actualidad es básicamente una reunión informal de hermanos en un contexto diferente al de la iglesia, donde se conversan temas variados mientras se consume algo. Rara vez participa la congregación completa en una actividad informal, normalmente solo se convocan personas cercanas al organizador. De esta manera se van conformando grupos de personas similares al interior de la iglesia, los que estrechan lazos en la medida que se reúnen. Los grupos se pueden articular por edad, trabajo, domicilio, estudios, recursos, vacaciones, compras, marcas, etc, dejando automáticamente afuera a las personas que se alejan de la clasificación. Este tipo de agrupamiento cerrado tiene un fundamento mundano, pues son variables “de este mundo” las que determinan la convocatoria a participar y también son las que guían la interacción entre las personas al interior de los grupos.

 

Este fenómeno social es característico en congregaciones donde predominan intereses terrenales por sobre los espirituales, pues estos últimos no tienen la fuerza suficiente para hacer de la congregación un sólo grupo, unánime. En el libro de Hechos es reiterada la mención a la unanimidad en la iglesia apostólica, la que sólo se puede lograr cuando Cristo es el centro de la vida de los miembros “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos” (Hch 2:1) o “Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón” (Hch 5:12).

 

La comunión bíblica entre hermanos: por el Espíritu de Dios

 

“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hch 2:42). La comunión espiritual es el contexto comunitario donde el cristiano en conjunto con sus hermanos, a los cuales ama, puede conocer más al Señor y regocijarse en él.

 

La comunión espiritual incluye oración, estudio bíblico, exhortación y confrontación a través de la Palabra, además de aconsejamiento y consolación. La comunión espiritual requiere de hermanos que anden en luz, como lo advierte el apóstol Juan “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1º Jn 1:6-7).

 

La comunión espiritual entre hermanos es también verdadera comunión con el Padre y el Hijo, por medio del Espíritu Santo “lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1º Jn 1:3). 

 

La verdadera comunión no genera grupos al interior de la iglesia, puesto que lo “común que nos une” es la persona de Jesucristo y eso debería abarcar a la congregación completa. Por esta razón, la comunión en el Señor se vincula con la “unanimidad”, porque somos un solo cuerpo en el Señor, unidos en el mismo ánimo. Cristo es categórico al respecto en Juan 17:22-23 “La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado”.

 

Conclusión

 

Las iglesias con congregaciones espirituales son más unánimes que las iglesias donde predominan los intereses terrenales, las cuales tienden a dividirse en grupos de personas similares en su interior. 

 

 

 

 

2 comentarios:

  1. Muy buen análisis para recordar en todas las congregaciones 👏

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  2. Hermosa la palabra,como Dios nos enseña, totalmente de acuerdo,Lo leímos con mi hijo. Gracias por compartirlo.

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