Pablo y Aquila trabajan juntos
Después de su intervención en el Areópago, Pablo salió de Atenas y fue en dirección suroeste hasta llegar a Cortino (Hch 18:1). Esta ciudad tenía dos puertos, Lequeo en el golfo de Corinto (que conduce al Mar Jónico y al Mediterráneo central y occidental) y Cencrea, en el golfo Sarónico (que conduce al Mar Egeo, al este del Mediterráneo y al Mar Negro) (1). Corinto había superado a Atenas en importancia desde hacía mucho tiempo. "La Corinto romana era el centro político y económico de Grecia, y era también famosa por su inmoralidad" (2). En ese lugar Pablo hace amistad con un judío del Ponto, llamado Aquila, el cual había salido de Roma producto de un mandato de Claudio (posiblemente en el año 49 D.C.).
Tanto Pablo como Aquila compartían el oficio de hacer tiendas (Hch 18:3), por lo que el apóstol se pudo establecer en esta ciudad por bastante tiempo gozando de cierta estabilidad. En este periodo de tiempo, la expresión "hacer tiendas" se aplicaba a la gente que trabajaba con pieles en general, por lo que Pablo era un "curtidor de pieles". Este oficio estaba estrechamente relacionado con el producto principal de la provincia nativa de Pablo, un paño de pelo de cabra llamado "cilicium", que se utilizaba como capas, cortinas y otras telas diseñadas como protección contra la humedad (3). En este contexto Pablo lleva a cabo su ministerio, donde "persuadía a judíos y a griegos" todos los días de reposo (Hch 18:4).
Pablo ministra enseñando la Palabra de Dios
Silas y Timoteo llegaron desde Macedonia y de inmediato se unieron a Pablo en la predicación de la palabra de Dios, con énfasis en declarar a los judíos que Jesús era el Cristo. Al igual que en Tesalónica y en las demás localidades visitadas, Pablo proclamaba por medio de las Escrituras que era necesario que el Cristo padeciese y que resucitase de los muertos (Hch 17:3). La reacción judía ante este mensaje fue de oposición y blasfemia.
La reacción adversa de los judíos lleva a Pablo a sacudirse los vestidos y decir: "Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles" (Hch 18:6). Pablo se dio cuenta que estaba tirando perlas a los cerdos (Mt 7:6). Era costumbre que cuando un judío volvía desde una tierra gentil, se sacudía el polvo "gentil" de sus sandalias, simbolizando odio por los no judíos (Lc 9:5, Hch 13:51) (4). Citando palabras de F.F. Bruce, por cierto más elocuentes que las mías: "Pablo expresa su voluntad de acabar con ese edificio aborrecible de charla difamatoria en la que sus oponentes se complacían contra aquel que Pablo proclamaba como Mesías y Señor" (5).
Una vez retirado de esta escena, Pablo acude a la casa de Justo, un "temeroso de Dios", expresión utilizada para designar a los prosélitos judíos, hombres que tenían interés en conocer al Dios de Israel sin ser judíos. Por otro lado, durante los primeros tres siglos de nuestra era, la iglesia se reunió en casas, de la misma forma sucedió con las sinagogas, en la medida que la comunidad judía no podía financiar un edificio especial. El nombre "Justo" (probablemente "Tito Justo") lo identifica con un ciudadano romano y como tal, formando parte de la cultura romana. Se infiere que tenía una casa lo suficientemente grande como para recibir a la congregación voluntaria de Pablo y más tarde a la congregación completa de Corinto (en el caso que se acepte que este Tito Justo es el mismo Gayo de 1º Corintios 1:14). El otro personaje mencionado es Crispo, probablemente también ciudadano romano. Crispo era de un nivel social alto, quizá rico, responsable de los servicios de la sinagoga. Como en tantas otras oportunidades expuestas en el libro de Hechos, la predicación de la Palabra de Dios tuvo como consecuencia la conversión de Crispo, y con él toda su casa (Hch 18:8). El bautismo se sucedía inmediatamente después que las personas manifestaban creer.
Las sucesivas conversiones y bautismos fueron acrecentando el resentimiento de los judíos contra Pablo y el equipo misionero. Como ha sucedido tantas veces en las ciudades que el apóstol visitó, los judíos reaccionaron violentamente contra los hermanos, buscando su muerte. Por esa razón Pablo siente la necesidad de partir de Corinto y proseguir su ministerio en otro lugar, al fin y al cabo estaba llamado a predicar la palabra de Dios, no a entregar su vida irreflexivamente en la campaña. Sin embargo, los planes de Dios eran otros, y a través de una visión el Señor le comunica un mensaje de ánimo:
"Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad. Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios."
Hechos 18:9-11
El Señor le entrega el respaldo necesario al apóstol para que continúe en Corinto, para que hable y predique la palabra de Dios. Además, el Señor le promete que nadie le hará daño alguno, porque se requería antes proclamar el evangelio y llamar al "mucho pueblo" que Dios tenía en la ciudad, y que aún no escuchaba el evangelio. Estas personas que aún no recibían el llamado de Dios, pero que eran propiedad de Dios, son personas "ordenadas para vida eterna" (Hch 13:48).
Pablo llevado al tribunal
La reacción de los judíos no se hizo esperar y llevaron a Pablo al tribunal acusándolo de ser un propagandista religioso y de formar un grupo contra las leyes romanas. Galión, procónsul de Acaya, al parecer no tenía mucho interés en inmiscuirse en problemas de índole "cultural". Los judíos acusaron a Pablo de persuadir a los hombres a "honrar a Dios contra la ley" (Hch 18:13), esperando una reacción favorable de parte de Galión. Sin embargo, este último señaló respecto de la controversia "si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo vosotros; porque yo no quiero ser juez de estas cosas" (Hch 18:15). Finalmente Galión los echa del tribunal (Hch 18:16). Esta expulsión, quizá usando la fuerza de su personal de asistentes, da cuenta de la impaciencia romana con las disputas religiosas judías. Muchos romanos de clase alta veían a los judíos como agitadores incultos, clasificándolos junto con otras religiones de Siria y de Egipto (7).
Los griegos presentes, quizá aprovechando la oportunidad para dar rienda suelta a su hostilidad contra los judíos, agredieron a Sóstenes -el principal de la sinagoga- situación que a Galión no le importó demasiado. El haber llevado a Pablo al tribunal pudo haber molestado a muchos que descargaron su ira contra un referente de la sinagoga judía (Hch 18:17).
El retorno a Antioquía de Siria
El ministerio de Pablo en Corinto se extendió por un año y seis meses. Al momento de la partida, la palabra de Dios hace debida mención al matrimonio de Priscila y Aquila, los cuales constituyeron un apoyo significativo en lo referente a la sustentación económica de los hermanos. Finalmente, partieron desde el puerto de Cencrea, al lado oriental de Corinto. Se hace mención al voto de Pablo rapándose la cabeza, el que sin duda fue un voto informal, pues la ley establecía que se realizara siempre en Jerusalén (Nm 6:18).
La ruta de regreso incluyó un paso por Éfeso, donde Priscila y Aquila se quedan definitivamente. Esta visita a Éfeso fue muy breve, no obstante Pablo igualmente aprovecha el tiempo para asistir a la sinagoga de la ciudad y discutir con los judíos sobre las Escrituras. Al parecer estos judíos fueron receptivos con el apóstol, pues le rogaron "que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió" (Hch 18:20). Pablo estaba ansioso por llegar a Jerusalén a tiempo para las fiestas judías, probablemente para la fiesta de la Pascua y dado que la navegación marítima tenía sus tiempos de suspensión, Pablo debía ir toda a prisa.
[1] F.F. Bruce, Libro de los Hechos, CLIE, 1988. Pág. 359.
[2] Craig S. Keener, Comentario del Contexto Cultural de la Biblia. Nuevo Testamento. Editorial Mundo Hispano, Colombia, 2019. Pág. 374.
[3] F.F. Bruce,
[4] John Macarthur, Comentario del Nuevo Testamento: Hechos, Editorial Portavoz, USA, 2014. Pág. 454.
[5] F.F. Bruce, Libro de los Hechos, CLIE, 1988. Pág. 364.
[6] Craig S. Keener, Comentario del Contexto Cultural de la Biblia. Nuevo Testamento. Editorial Mundo Hispano, Colombia, 2019. Pág. 376.
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