sábado, 29 de julio de 2023

Bosquejo 1º Pedro 2:11-25



 

Sección I. Mostrar buena conducta ante los gentiles

 

11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, 12 manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.

 

La expresión "extranjeros y peregrinos" alude al pueblo de Dios esparcido entre las naciones, de la misma manera que el pueblo de Dios en el AT también era referido, "La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo" (Lv 25:23). Los cristianos del primer siglo vivían repartidos entre las naciones, mientras el pueblo de Dios del AT vivía junto, pero rodeado de naciones paganas, por lo que su vivencia en esta tierra también se entendía en términos de extranjería y peregrinaje. Los "deseos que batallan contra el alma" refieren a las pasiones carnales que son contra el Espíritu, eso en particular se desprende de la palabra "deseo". Estos no se agotan en lo sexual, sino también a otros deseos humanos que gatillan toda clase de codicia, avaricia, celos, envidias, etc.

 

Como hemos mencionado antes, los cristianos en esta época temprana recibían un trato bastante hostil de parte de la gente común no creyente, tanto gentiles como judíos. Los gentiles normalmente atacaban a los judíos, pero con el tiempo fueron ampliando el destino de sus ataques a los cristianos, a los cuales entendían como una secta dentro del judaísmo. Justamente por esta razón Pedro entrega este "código de conducta", que se desarrolla entre 2:13 y 3:12, la idea es que la gente no tuviera razón válida para criticar o denostar a los creyentes. 

 

La apelación al "día de la visitación" es otra forma de expresar el día del juicio final, momento en que todo ser humano, incluido los gentiles, tendrán que dar cuenta a Dios de su vida. En nuestra teología, el cristiano redimido tendrá un lugar distinto en este evento, ya que ha sido salvado por la sangre de Cristo y no tiene parte en la condenación eterna.

 

En general, todas las exhortaciones que entrega Pedro son tanto un fin como un medio. ¿En qué sentido son un fin? Dios demanda a sus hijos santidad: "porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo" (1º Pe 1:16). ¿Por qué son un medio? porque tienen por propósito construir carácter cristiano en el creyente, de modo que este "carácter cristiano" sea un marco adecuado para la predicación de la Palabra de Dios. 



Sección II. Subordinación a las instituciones humanas

 

13 Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, 14 ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. 15 Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; 16 como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. 17 Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.

 

El término traducido "gobernantes" incluye a los diferentes personeros que ocupaban puestos de mando en el imperio, tanto quienes gobernaban las provincias imperiales como representantes del emperador y procónsules. Estos representantes de Roma gobernaban la mayor parte del imperio. Todos estos eran enviados por el emperador y se esperaba que administraran la justicia. Dado que la mayoría de los lectores de Pedro estaban directamente bajo el mando de gobernadores (puestos por el emperador), cuando Pedro hace mención al "rey" (v. 13) probablemente se está refiriendo al emperador romano. Los reyes súbditos de otras regiones del imperio ejercían su mando en subordinación a los intereses de Roma. No es probable que Pedro tuviera en mente a este tipo de reyes al hacer la mención en el verso 13. Como mencionamos más arriba, estas exhortaciones tienen por propósito disminuir las hostilidades que los gentiles le propinaban al pueblo de Dios.

 

Esta sección escrita por el apóstol Pedro es muy similar a lo expresado por Pablo en Romanos 13: "Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos"

 

Ambos pasajes podrían ser controversiales, sin embargo el creyente debe tener claro que antes que cualquier posición política o cultural personal o particular, está la obediencia a la Palabra de Dios. La instrucción bíblica debe tener una prerrogativa sobre las preferencias personales o familiares. 

 

En segundo lugar, hay que entender correctamente el sentido de estos versículos. La Palabra de Dios de ninguna manera exige del creyente un culto o una adoración al líder, ni tampoco compartir el punto de vista de la autoridad de turno. Lo que la Biblia exige del cristiano es respeto y reconocimiento hacia la autoridad; es posible el disenso e incluso la crítica, pero ambas deben ser expresadas en el marco del respeto a la institucionalidad existente. 

 

En definitiva, el sometimiento a la autoridad exhorta al respeto y obediencia a la estructura política del Imperio Romano, instrucción que actualizada a nuestros días -como diría un abogado- equivaldría al debido respeto al Estado de Derecho, a la Constitución y a las leyes. 

 

Sección III. El ejemplo de Cristo

 

18 Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar. 19 Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente. 20 Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. 21 Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; 23 quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; 24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. 25 Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.

 

Esta sección hace un paralelo entre los padecimientos injustos que sufrían los esclavos en este periodo, con el sufrimiento del Señor Jesucristo. Como señaló un erudito: "La paciencia mientras se sufre un castigo merecido no es una virtud, pero el cristiano está llamado a aceptar aun el tratamiento rudo de un amo injusto. Esto le hace ganar la alabanza del Señor. El perseverar en hacer el bien, y el ser pacientes bajo el sufrimiento, aún pueden ser considerados como el llamado del cristiano, así como fue una parte de los sufrimientos de Cristo". 

 

El Señor Jesucristo señaló algo similar: "Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto." (Mt 5:43-48).

 

El paralelo es una forma de expresar el amor de Dios, el cual se ofrece a hombres que pecan directamente contra él mismo Dios: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Rm 5:8). Esta actitud refleja un carácter humano cambiado de forma sobrenatural por Dios. Un escritor una vez dijo lo siguiente:

 

Devolver mal por bien es de un demonio

Devolver mal por mal es de una bestia

Devolver bien por bien es humano

Devolver bien por mal es de Dios

 

Sólo un corazón regenerado por el poder de Dios puede llegar a dar algo bueno a quien le ha reportado padecimientos injustos.

 

El Señor "no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente". El Señor mostró humildad y dominio propio, y utiliza justamente a hombres humildes como instrumentos para llevar a cabo sus planes. Santiago cita el Salmo 147:6 en su carta: "Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (Santiago 4:6). Exactamente el mismo texto es citado por el apóstol Pedro: "Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes" (1º Pedro 5:5). 

 

Los últimos versículos, citas del profeta Isaías, profundizan en la obra redentora de Cristo. La muerte del Señor ha provisto del único pago que satisface la justicia de Dios por el pecado que cargamos. Cristo es el mediador entre un Dios santo, justo, amoroso y una humanidad caída en pecado. Es la acción de Dios en Cristo, a favor del pecador, el que le libra de la condenación eterna y abre la entrada a los lugares celestiales. 

 

Al creer en Cristo el hombre pone su deuda en el Salvador, le imputa su pecado. Así Cristo se hace ofrenda por el pecado (2ª Chor 5:21), paga la sentencia y cancela la deuda del hombre con Dios. La justicia de Dios es satisfecha y se hace posible que el hombre reciba el perdón, ya que Cristo pudo satisfacer la sentencia por el pecado que había establecido el Padre. El hombre recibe este beneficio por gracia, o sea, sin apelación a méritos propios, ni siquiera a potenciales. 

 

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  Yo confío en Jesús y salvado soy, por su muerte en la cruz, a la gloria voy.   Cristo dio por mí sangre carmesí, y por su muerte en la cru...