sábado, 16 de noviembre de 2024

La balanza de nuestras obras en el día del juicio

 



"El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala."

 

Eclesiastés 12:13-14

 

El concepto popular

 

Es común que el día del juicio final sea asociado a una balanza que pesa nuestras buenas y malas acciones. Si las acciones buenas superan a las malas en peso, entonces nuestro destino sería la gloria eterna, al revés, si las acciones malas pesan más que las buenas, entonces tendríamos nuestra parte en el infierno. Aunque esta descripción pueda parecer algo simple, la Palabra de Dios afirma claramente que nuestras obras serán evaluadas en aquel día (1° Co 3:13-14).

 

De acuerdo a esto, parece que el juicio de Dios sería fácil de aprobar, ya que sólo los rematadamente malos tendrían condena, la mayor parte de los hombres somos más o menos inofensivos. En general todos nos movemos en un nivel promedio, hacemos algunas cosas en beneficio de otros evitando hacer daño innecesario. Incluso los delincuentes comunes podrían justificar su conducta apelando a la pobreza o a la falta de oportunidades. En general esta es la mecánica del juicio que domina en la gente, producto de la influencia del catolicismo romano en la cultura.

 

Lo que enseña la Biblia

 

Creo que la Biblia permite la metáfora de la balanza para describir el juicio final, pues cada ser humano será juzgado por sus obras, tanto de lo bueno como de lo malo que haya hecho, tal como lo declara Eclesiastés. Sin embargo, hay dos aspectos que se deben tener en cuenta: 

 

1. En la Biblia cualquier pecado cometido no sólo afecta a otra persona, sino que siempre es una ofensa contra Dios, aunque no haya tenido por propósito ofender a Dios. Además, como Dios es un ser infinito en poder, santidad, justicia, amor, entonces una ofensa contra él adquiere una gravedad también infinita, no tanto por la naturaleza de lo cometido, sino por la dignidad y valor de quien hemos ofendido. 

 

"Porque yo reconozco mis rebeliones,

Y mi pecado está siempre delante de mí.

Contra ti, contra ti solo he pecado,

Y he hecho lo malo delante de tus ojos;

Para que seas reconocido justo en tu palabra

Y tenido por puro en tu juicio." 

(Sal 51:3-4)

 

¿Qué implicancia tiene esto para nuestra balanza? Significa que el plato donde se depositan las malas obras queda cargado con un peso infinito (por haber pecado y ofendido al Dios infinito), mientras el de las buenas obras alcanza un peso similar al de una pluma (nuestras buenas acciones no valen nada, somos seres finitos). Esta es la oscura situación judicial de todos los hombres ante Dios, pues todos hemos pecado: "Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno" (Rm 3:12). 

 

2. Necesitamos cumplir con la totalidad de los preceptos de la ley de Dios, si se falla en un solo punto de la ley, se falla con la ley completa: "Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas(Gal 3:10). Por ejemplo, si usted ha mentido al menos una vez en su vida, ha transgredido la ley en su conjunto, no solo el mandamiento contra la mentira (Ex 20:16).

 

La única opción para compensar el peso de la maldad

 

La balanza del hombre siempre tendrá el plato de las obras negativas cargado con un peso infinito, siempre. Imagine el universo completo, el cosmos, el que según la ciencia se expande a una velocidad mayor a la de la luz, transformado en una roca, y esa misma roca puesta en el plato de las malas obras de nuestra balanza. ¿Qué puede hacer un hombre para compensar ese peso infinito de maldad en contra? Para los hombres resolver esto es imposible, pero para Dios todo es posible (Mt 19:26).

 

La única salida a esta situación angustiante está en la fe. La vida perfecta, crucifixión y resurrección del Señor Jesucristo -el cual siendo Dios también es infinito- elimina completamente la "roca gigantesca" puesta en el plato de obras malas de la balanza del cristiano, pues Cristo cargó con ese mismo peso infinito de maldad en la cruz, lo sufrió y lo anuló por completo. Por otro lado, la perfección, santidad e impecabilidad del Salvador se ponen en el plato de buenas obras, por lo que nuestra balanza se inclina positivamente con un peso infinito. Por mérito nuestro, no, gracias a Cristo, sí. 

 

   

La balanza de nuestras obras en el día del juicio

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