La siguiente localidad visitada por Pablo y Bernabé fue Iconio, ciudad en altura (1025 mts sobre el nivel del mar), parte de la provincia de Frigia, aunque se encontraba muy cercana a la frontera de Licaonia (1). Para llegar a Iconio debieron caminar 154 km desde Antioquía de Pisidia.
Como era costumbre, lo primero que hicieron fue dirigirse a la sinagoga donde “hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos” (Hch 14:1). De este enunciado se desprenden al menos dos ideas importantes; primero, la sola predicación del evangelio trajo salvación tanto a judíos como a gentiles. Lo segundo es la necesidad que tuvieron los presentes en la sinagoga de “oír” el mensaje, los mensajeros tuvieron que entregar un mensaje “audible”.
Lamentablemente he sido testigo de predicadores (as) que usan la manida frase de Francisco de Asís “Prediquen el evangelio en todo tiempo, y de ser necesario usen palabras” como forma de engalanar o embellecer sus discursos. Lo malo es que la frase mencionada contradice el mandato de Dios de predicar el evangelio, reemplazándolo con un ejemplo de ética expresado en la conducta cotidiana personal. La Palabra de Dios se pregunta retóricamente por la manera en que las naciones creerán a la revelación de Dios “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” (Rm 10:14). De la misma manera, cuando el Señor Jesucristo explica la parábola del sembrador y hace referencia al que fue sembrado en buena tierra, dice “éste es el que oye y entiende la palabra” (Mt 13:23).
¿Será posible recurrir a la alegorización para dar una lectura distinta a estos pasajes y de paso hacer que la frase de Francisco de Asís sea aceptable? ¿algo así como que el evangelio "se vive" día a día y se expresa en nuestra forma de ser? La respuesta es no. El evangelio es un mensaje con un contenido racional, es una trama histórica con implicancias y consecuencias, por lo que no se puede anular o subordinar a un ejemplo de conducta cotidiana. Dios despliega su poder a través de la predicación del evangelio, no del ejemplo de vida de un hombre o mujer particular. Por ejemplo, ¿cómo se podría explicar el siguiente versículo sin utilizar el lenguaje?
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2º Co 5:21)
¿Cómo se podría decir que el Cristo impecable cargó nuestro pecado y pagó nuestra deuda ante Dios sin decir una palabra? ¿Cómo comunicar sin lenguaje el hecho que Cristo nos imputa su justicia y sólo por esa razón somos aceptables a Dios? Es imposible.
Volviendo a la narrativa, el versículo 2 describe la acción de algunos judíos entorpeciendo el avance del reino de Dios, “Mas los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos” (Hch 14:2). Esta acción de estorbo ha sido una constante en el personaje colectivo denominado “los judíos”. Interesante es indicar que estos últimos no miraban con aprecio a los gentiles, sin embargo, cuando se trató de detener con injusticia el avance de la verdad no tuvieron problema en acercarse a ellos para atacar a los cristianos.
El versículo 3 comienza con una cláusula que a muchos ha generado confusión: “Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo…”, expresión que pareciera contradecir la situación adversa descrita en el verso anterior, donde los judíos habían corrompido los ánimos de los gentiles contra los hermanos. La sección sonaría algo así como: “los judíos pusieron a toda la gente en contra de nosotros, por tanto nos quedamos ahí mucho tiempo”, lo que parece incoherente. No obstante, creo que no es necesario sucumbir tan fácilmente a la crítica textual, ya que el pasaje también se puede considerar de otra forma: en la adversidad y la persecución, tanto Pablo como Bernabé fueron fortalecidos por el Espíritu Santo y hablaron con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios (Hch 14:3). Hemos visto en otros pasajes la relación estrecha que hay entre el control del Espíritu Santo y el denuedo en la predicación de la verdad.
“Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles” (Hch 14:4). La predicación del verdadero evangelio no dejará indiferente a las audiencias, y en muchos casos habrán reacciones de rechazo y oposición. El mismo Señor Jesucristo adelanta las consecuencias que tendrá el mensaje de salvación en los diversos grupos humanos “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada” (Mt 10:34 y siguientes). Por esta razón es que tantos seres humanos se han esmerado en distorsionar, diluir, modificar o invisibilizar el verdadero evangelio.
La predicación fiel suele desembocar en persecución y padecimientos para los cristianos “Pero cuando los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos, habiéndolo sabido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina, y allí predicaban el evangelio” (Hch 14:5-7). Es una verdad que muchas veces asusta, pero la persecusión, las tribulaciones y los padecimientos son parte esencial del ministerio de todo cristiano fiel, el mismo Señor Jesucristo señaló “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt 5:10).
(1) F.F. Bruce, Libro de los Hechos, Colección Teología Contemporánea, CLIE, 2016, USA. Página 283.
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