viernes, 2 de abril de 2021

El segundo viaje misionero: la incorporación de Timoteo (Hechos 16:1-10)


La incorporación de Timoteo al equipo

Pablo junto a Silas comienzan el segundo viaje misionero recorriendo la misma ruta del primer viaje, con excepción del paso por Chipre. La intención era confirmar la fe en las iglesias que se habían plantado anteriormente, fortaleciéndolos en la Palabra de Dios. Recordemos que durante su primer viaje Pablo enfrentó situaciones extremas, como su apedreamiento en Listra después de haber sanado a un cojo (Hch 14:19). Por esta razón, pienso que el volver a recorrer estas localidades es en si mismo un acto de valentía y de amor para con las iglesias plantadas.

 

A pesar de este amargo recuerdo que dejó Listra en el apóstol Pablo, Dios permite que justamente en esa ciudad se una al equipo misionero un joven llamado Timoteo, un discípulo que gozaba de buen testimonio de parte de los hermanos de las localidades adyacentes (Hch 16:2). El texto destaca la doble nacionalidad de Timoteo, pues su madre era judía y creyente (hija de Eunice, también creyente), pero su padre era griego (asumimos como no creyente). Este rasgo “bicultural” de Timoteo puede haber sido pertinente para ejercer su rol en este ministerio. Este joven Timoteo con el tiempo se transformó en una ayuda importante para el ministerio de Pablo. El pastor John Macarthur caracteriza a Timoteo como la “mano derecha” del apóstol (1º Co 4:17, 1ª Ts 3:2, Fil 2:19). Además, se debe recordar que Timoteo llegó a la fe a través de la predicación de Pablo, por lo que era un “verdadero hijo en la fe” del apóstol (1º Tim 1:2).

 

Se podría sostener que el buen testimonio de Timoteo fue un aspecto clave para que Pablo lo hubiera considerado para formar parte del equipo. Esta conclusión no se apartaría del texto, aun cuando podrían haber otras razones de elección que Dios no reveló. Por “buen testimonio” entendemos la reputación de un creyente en lo referente a su vida personal diaria, se trata de algo importantísimo, pues una mala conducta sirve de material para que los inconversos blasfemen contra Dios. El mismo Pablo establece como requisito que todo líder en la iglesia local sea “irreprensible” (1º Tim 3:2, 10). 

 

El padre de Timoteo era griego, por lo que Pablo decide circuncidarlo para evitar mayores complicaciones con los judíos. Considerando el capítulo 15 como contexto, queda claro que la observancia de este rito en ningún caso fue porque se le considerase necesario para salvación, se trató de una acción netamente táctica, que se podría denominar “pragmatismo ministerial”. Al estar circuncidado Timoteo podría participar de los servicios en las sinagogas sin ser visto como un entrometido, sino como un miembro prosélito.  

 

Ya en compañía de Timoteo, el equipo misionero recorre las iglesias de la ruta posterior a Listra. En cada lugar confirman la fe de los hermanos predicando la Palabra de Dios y también aclarando las controversias que dieron lugar al concilio en Jerusalén, que se sintetiza esencialmente en que la obra de salvación de Dios en favor del pecador se recibe por gracia mediante la fe, sin la exigencia de algún tipo de acción meritoria en el ser humano. Finalmente, el pasaje conecta -una vez más- la predicación poderosa de la Palabra de Dios con un aumento constante de la membresía de las iglesias locales.

 

La visión del varón macedonio

 

Recordemos que este segundo viaje misionero comenzó con la intención de Pablo de visitar las iglesias establecidas en el primer viaje, por lo que una vez recorrida la zona de Galacia, ya se había cumplido con al menos el primer objetivo del proyecto. Ahora el equipo decide ir a visitar nuevas localidades para llevar el evangelio. 

 

El pasaje (Hechos 16:6-10) describe la intervención del Espíritu Santo impidiéndole a Pablo acceder a la zona de Asia, al oeste de Galacia, tampoco se le permite ir a ministrar ni a Misia ni a Bitinia, ambas zonas al norte de Asia. Desde una perspectiva humana esto parecería injusto, pues en Asia se encontraban muchas ciudades importantes, como Pérgamo, Tiatira, Laodicea, Sardis, o Colosas, las cuales no pudieron ser visitadas en ese momento. No obstante, este pasaje nos vuelve a revelar -y de una forma distinta a las anteriormente conocidas- el cómo se expresa la soberanía de Dios al guiar una empresa misionera como la comandada por Pablo. Como suele suceder, Dios no nos entrega mayores detalles del porqué privó a estas provincias de oír el mensaje de salvación, sólo sabemos que Dios tenía un interés especial en la zona de Macedonia y que por esa razón ordena las situaciones y los tiempos para que la ruta del equipo misionero los condujese primero ahí.

 

Finalmente, los hermanos llegaron a la localidad portuaria de Troas, en el Mar Egeo. En este lugar Pablo recibió una visión nocturna: “un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo (a Pablo): Pasa a Macedonia y ayúdanos.” (Hch 16:9). Con esta clara instrucción el equipo se dirige a la región de Macedonia, provincia romana de trasfondo helénico, la primera sección de Europa en recibir el Evangelio.

 

P.D. Para los interesados en hermenéutica, un detalle importante se observa en el versículo 10. El verbo “procurar” aparece en forma plural, lo que indica que el narrador -Lucas- se incluye por primera vez en la historia: “Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia…” (Hch 16:10). De esta manera, asumimos que a contar de este momento Pablo estuvo acompañado de Silas, Timoteo y de Lucas.

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