viernes, 17 de febrero de 2023

Pablo apela al César (Hechos 25)

 



Pablo apela al César ante Festo

 

Los eventos se trasladan por un breve periodo de tiempo a Jerusalén, lugar al que se había trasladado Festo, el sucesor de Félix en la gobernación de judea. En la santa ciudad los judíos continuan sus acusaciones contra el apóstol Pablo y mantienen la idea de traerlo desde Cesarea para hacerle una emboscada. Hasta este momento Festo mostraba una conducta ecuánime, pues pretendía un juicio justo para Pablo a pesar de la oposición judía.

 

De vuelta en Cesarea Festo manda traer a Pablo al tribunal, instancia donde los judíos presentan las mismas acusaciones sin evidencia. El apóstol se defiende diciendo que no ha atentado contra la ley judaica ni contra la ley romana. En esta primera audiencia se esfuma la supuesta ecuanimidad de Festo, ya que intenta enviar a Pablo a Jerusalén para congraciarse con los judíos. Ante esta situación aparentemente sin salida, Pablo se adelanta y en su calidad de ciudadano romano solicita ser recibido por el Cesar para juicio. Se discute hasta el día de hoy si todos los romanos tenían la posibilidad de apelar al César, o si este recurso estaba disponible sólo para algunos. La apelación al César significaba que el mismo emperador tomaba el lugar de juez en la causa específica, de ahí que los que apelaban debían esperar bastante tiempo para tener la cita con el emperador. Por otro lado, la apelación al César daba lugar a un juicio imperial que no se podía anular.   

 

 

Festo relata a Agripa la situación de Pablo

 

Justamente por esos días Festo recibió la visita del rey Agripa y su esposa Berenice. Los romanos consideraban a Agripa como experto en asuntos judíos. Este Agripa era "último en la línea de los Herodes que ocuparan un lugar destacado en la historia del Nuevo Testamento, Agripa II gobernaba la parte norte de Palestina durante la ocupación romana. Su padre, Agripa I, fue el Herodes que mató a Santiago, encarceló a Pedro, y encontró un final prematuro al ser comido por los gusanos después de no darle la gloria a Dios (Hch 12:1-23)" (1)

 

En este encuentro Festo aprovecha de relatar la situación de Pablo, logrando interesar al rey con el caso. Es interesante notar que en su presentación Festo reconoce que ninguno de los cargos que los judíos imputaban a Pablo constituía una transgresión a la ley romana: "Así que, habiendo venido ellos juntos acá, sin ninguna dilación, al día siguiente, sentado en el tribunal, mandé traer al hombre. Y estando presentes los acusadores, ningún cargo presentaron de los que yo sospechaba, sino que tenían contra él ciertas cuestiones acerca de su religión, y de un cierto Jesús, ya muerto, el que Pablo afirmaba estar vivo" (Hch 25:17-19). Probablemente era un enigma para Festo la declaración del apóstol sobre un hombre muerto, pero que ahora estaba vivo. Justamente la resurrección de Cristo era la gran diferencia entre el judaísmo y el cristianismo y era la razón por la cual Pablo era tan enconadamente odiado. El apóstol estaba siendo perseguido por predicar el evangelio, era perseguido por causa de la justicia. 

 

La audiencia donde Agripa y Berenice reciben a Pablo se desarrolló con la pompa propia del imperio (v.23). Con toda probabilidad destacaron las vestimentas y la presencia de un gran desfile de súbditos. Después de expuesto el caso, Festo señaló que la apelación al César fue un acto innecesario, pues Pablo "ninguna cosa digna de muerte ha hecho" (Hch 25:25). Lo más probable es que Festo quisiera exculparse de lo que pudiera suceder con Pablo en Roma.

 

Si bien la apelación de Pablo liberaba a Festo de tener que dar una sentencia, también le generaba una nueva preocupación: el deber de informar en detalle al César de las acusaciones que se presentaban contra el apóstol. La presentación ante Agripa le permitiría a Festo obtener información para redactar un informe más acabado, recordemos que este último recién había asumido el cargo y no estaba familiarizado con los matices de la religión judía: "Como no tengo cosa cierta que escribir a mi señor, le he traído ante vosotros, y mayormente ante ti, oh rey Agripa, para que después de examinarle, tenga yo qué escribir" (Hch 25:26). 



[1] John MacArthur, Comentario del Nuevo Testamento: Hechos, Editorial Portavoz, USA, 2014. Pág. 618.

sábado, 11 de febrero de 2023

Pablo ante Félix en Cesarea (Hechos 24)

 



Pablo acusado ante Félix

 

Pablo había viajado de noche desde Jerusalén a Cesarea, siendo escoltado por doscientos soldados, setenta jinetes y doscientos lanceros, intentado así evitar el ataque nocturno de los judíos furiosos. Ya en Cesarea, el apóstol es llevado ante Félix, el gobernador, y los judíos guiados por un tal Tértulo -un acusador pagado- emprendieron una serie de acusaciones contra él: "hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos. Intentó también profanar el templo; y prendiéndole, quisimos juzgarle conforme a nuestra ley" (Hch 24:5-6). En rigor, de lo expuesto por los acusadores sólo la expresión "promotor de sediciones" podría haberle causado problemas a Pablo, ya que la sedición contra el emperador era un acto castigado de manera severa por Roma, pero éste no era el caso. Más adelante, Porcio Festo, el sucesor de Félix como gobernador, escuchó el caso de Pablo y señaló: "...tenían contra él ciertas cuestiones acerca de su religión, y de un cierto Jesús, ya muerto, el que Pablo afirmaba estar vivo" (Hch 25:18-19).  

 

Vale mencionar algo respecto de Félix. Este hombre comenzó su vida como esclavo, y a través de influencias familiares logró ir construyendo una carrera al interior del imperio. Sin embargo, su mentalidad de esclavo quedó marcada a fuego en él (1). El historiador Tácito lo describió como "un maestro de la crueldad y la lujuria, que ejerció los poderes de un rey con el espíritu de un esclavo". Otra cita académica hace referencia a Félix como entregado al libertinaje y los excesos, alguien que podía hacer cualquier acto de maldad y quedar impune (Tácito).

 

Por último, se debe hacer mención a la hipócrita adulación de los acusadores judíos cuando se dirigen al gobernador, la que parece ridícula al considerar la fama de Félix: "Como debido a ti gozamos de gran paz, y muchas cosas son bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia, oh excelentísimo Félix" (Hch 24:2). En Romanos 16:18 el apóstol Pablo caracteriza a los falsos cristianos por su actitud lisonjera, engañosa, gente calificada en el arte de la manipulación.

 

Defensa de Pablo

 

Pablo se defiende desmintiendo las acusaciones de los judíos -y a diferencia de Tértulo- es bastante sobrio al referirse a Félix: "Como tú puedes cerciorarte, no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén; y no me hallaron disputando con ninguno, ni amotinando a la multitud; ni en el templo, ni en las sinagogas ni en la ciudad; ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan." (Hch 24:11-13). La defensa de Pablo apelaba a que se presentasen testigos presenciales de los cargos que le imputaban. Pablo solicitaba evidencias, lo que era evitado por sus acusadores: "Ellos debieran comparecer ante ti y acusarme, si contra mí tienen algo. O digan estos mismos si hallaron en mí alguna cosa mal hecha..." (Hch 24:19-20). 

 

Pablo argumentó que el fondo de la acusación se debía a un tema religioso: la resurrección de los muertos: "Acerca de la resurrección de los muertos soy juzgado hoy por vosotros" (v.21). Recordemos que estando en Jerusalén, Pablo notó que la audiencia estaba conformada tanto por fariseos como por saduceos, lo que lo motivó a tratar el tema de la resurrección (algo rechazado por los saduceos), generando una división en sus oponentes, "Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga" (Hch 23:6).

 

De todas maneras, tanto las acusaciones de los judíos como la defensa de la resurrección de los muertos, no estaban dentro de la jurisdicción del tribunal romano. Se trataba de problemas derivados de la ley judía, no configuraban un crimen bajo la ley romana. Más adelante, Porcio Festo, señaló respecto de la acusación contra Pablo "Pero yo, hallando que ninguna cosa digna de muerte ha hecho, y como él mismo apeló a Augusto, he determinado enviarle a él" (Hch 25:25).

 

 

Félix aplaza el juicio

 

El texto señala que el gobernador Félix estaba "bien informado de este Camino" (v.22), en referencia a la fe que defendía Pablo. Este conocimiento probablemente provenía de Drusila, mujer de Félix, la cual era judía. Al apóstol se le concedió una prisión con "alguna libertad", ya que Félix sabía que Pablo era inocente, pero debido a su "mentalidad de esclavo" y a su bajeza moral, prefirió tomar una decisión tibia de modo de no enemistarse con los judíos.

 

Respecto de Drusila, Craig Keener señala: "Drusila era la hija menor de Herodes Agripa I y hermana de Agripa II. Se casó con el rey de una pequeña región de Siria, pero a la edad de dieciséis años se divorció por instigación de Félix para que se casara con él. Aunque esto violaba la política romana común acerca que un gobernador debía casarse con una mujer de su provincia, Félix tenía mucho poder mientras su hermano Palas permaneciera con el favor de Roma. Aquí, Drusila tiene aproximadamente veinte años y quizá su fe judía influyera en su esposo para que escuche a Pablo" (2).

 

En una oportunidad Félix y Drusila escucharon predicar a Pablo sobre la justicia de Dios, el dominio propio y el juicio venidero, lo que espantó al gobernador. Félix no sólo rechazo el mensaje del evangelio, sino que aprovechó la oportunidad para lucrar ilegalmente intentando sacarle dinero a Pablo a cambio de su libertad. Naturalmente el apóstol no cedió ante esta situación y continuó con el proceso.

 

 



[1] https://www.blueletterbible.org/Comm/guzik_david/spanish/StudyGuide_Act/Act_24.cfm

[2] Craig S. Keener, Comentario del Contexto Cultural de la Biblia. Nuevo Testamento. Editorial Mundo Hispano, Colombia, 2019. Pág. 397.

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