sábado, 17 de julio de 2021

Jonathan Edwards y su detallada advertencia sobre el infierno


En esta entrada reconoceré la figura de Jonathan Edwards, gran teólogo y pastor del siglo XVIII, a través de la cita de algunos fragmentos de un breve escrito de su autoría "Pecadores en las manos de un Dios airado". En general el tema del infierno es expuesto con muy baja frecuencia en las iglesias, incluso en las de sana doctrina.  


Para ser sinceros, creo que es entendible la elusión del tema. La condenación eterna es un evento de difícil asimilación, incluso para nosotros los cristianos. Cuando se trata el tema suelen aparecen interrogantes y dudas, pareciera haber una incoherencia entre un Dios amoroso y un destino tan terrible. Es más, en algunos lugares se establece la prohibición de mencionar el infierno en la "predicación".

 

Sin embargo, Jonathan Edwards hace todo lo contrario en el escrito antes mencionado: trata detalladamente sobre el infierno, la ira de Dios y la inminencia de la condenación para todo hombre natural. Lo interesante es que al profundizar en el tema, el lector puede comprender en qué manera incluso el infierno sirve a la gloria de Dios. 

 

Quisiera compartir algunas porciones del texto. Al leerlos se debe siempre considerar la grandeza del escritor, uno de los teólogos más prestigiosos de la historia.

 

No hay salvación fuera de Cristo

 

“Dios no ha asumido ninguna obligación, ni ha hecho ninguna promesa de resguardar en ningún momento al hombre natural del infierno. Dios no ha hecho ninguna promesa de vida eterna, ni de liberación o preservación de una muerte eterna, aparte de lo que estipula en su pacto de gracia: las promesas dadas en Cristo en quien todas las promesas son sí y amén” (1)

 

La salvación de la condenación eterna es un don de la gracia divina a los seres humanos escogidos por Dios antes de la fundación del mundo, los cuales se han postrado ante Jesucristo en adoración y arrepentimiento. Para el resto de la humanidad no hay otra chance, no hay otra alternativa ni oportunidad.

 

Dios está furioso con el pecador

 

“El Dios que te mantiene sobre el abismo del infierno, muy parecido a como uno sujeta una araña o un insecto repugnante sobre el fuego, te aborrece y está enardecido; su ira contra ti arde como fuego; te considera indigno de otra cosa que no sea ser echado en el fuego, sus ojos son tan puros que no aguantan mirarte, eres diez veces más abominable a sus ojos que la peor serpiente venenosa es a los nuestros. Tú lo has ofendido infinitamente más que cualquier rebelde obstinado lo haya hecho contra su gobierno, y sin embargo no es otra cosa que su mano lo que te detiene de caer en el fuego en cualquier momento. Es solo por eso y ninguna otra cosa que no te fuiste al infierno anoche, que pudiste despertar una vez más en este mundo después de haber cerrado tus ojos para dormir, y no hay ninguna otra razón sino la mano de Dios, por la cual no has caído en el infierno desde que te levantaste esta mañana. No hay otra razón, fuera de su misericordia, que mientras lees este escrito, en este mismo momento, no caes en el infierno.”

 

En nuestros tiempos escasea la reverencia por Dios, ya sea por desconocimiento o porque se le enseña con sus atributos amputados. Cuando avanzamos en el conocimiento de Dios, también nos acercamos a entender su reacción ante la maldad del hombre. Dios está airado con el pecador "Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días" (Sal 7:11). Su ira reposa sobre el rostro del hombre natural: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Jn 3:36). La severidad del pecado humano es descrita en el conocido pasaje de Romanos 3:10-18. Por otro lado, Efesios 2:3 nos recuerda que incluso los cristianos, antes de tener al Señor en nuestros corazones, también éramos "hijos de ira".  

 

El infierno no es un espacio hipotético

 

“¡Oh pecador, considera el terrible peligro en que te encuentras! Es un gran horno de ira, un abismo ancho y sin fondo, lleno del fuego de ira, el que tienes debajo al ser sostenido por la mano de ese Dios cuya ira has provocado y encendido tanto como lo hicieron muchos de los condenados en el infierno. Cuelgas de un hilo, con las llamas de la ira divina flameando alrededor y amenazando quemarlo en cualquier momento; y no obstante, no tienes interés en ningún Mediador, y nada de qué agarrarte para salvarte, nada para escapar de las llamas de la ira, nada que sea tuyo, nada de lo que has hecho, nada que puedas hacer para convencer a Dios que te libre, aunque sea por un instante.”

 

Al decir de Michael Allen Rogers "Puede parecer notable, pero ningún portavoz de la Biblia pone más énfasis en el infierno como la consecuencia final del juicio de condenación de Dios que Jesús. El Hijo de Dios fue el gran teólogo del infierno". Se ha cuantificado que Cristo habló mucho más del infierno que del cielo, el Señor comparó el infierno con “un fuego” al menos veinte veces diferentes. La severidad del castigo eterno es proporcional a la magnificencia del Dios ofendido por el pecado humano.

 

La condenación del pecador expresa la ira de Dios

 

“Considera esto, tú que estás en un estado no regenerado. El que Dios de hecho ejecute el furor de su ira implica que descargará su ira sin compasión. Cuando Dios contempla lo extremadamente indescriptible de tu caso, y ve que tu tormento supera desproporcionadamente tus fuerzas, y ve que tu pobre espíritu es aplastado y se hunde, por así decir, en tinieblas infinitas, no tendrá compasión de ti, no vacilará en la ejecución de su ira ni alivianará para nada su mano: no habrá moderación ni misericordia, ni detendrá Dios a su torbellino: no se interesará por tu bienestar, ni se cuidará de que no sufras demasiado en ningún otro sentido, sino solo que no sufras más de lo que la justicia estrictamente requiere.”

 

Es duro leer este párrafo, pero es consistente con la muerte del Hijo de Dios en la cruz del calvario. Cristo no sólo padeció sufrimiento físico, sino que padeció el dolor indescriptible e incomprensible de cargar el pecado del mundo y recibir la ira de Dios mismo. Siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que fue obediente hasta la muerte, y soportó la ira de Dios en su propio ser. Sólo cuando tenemos presente este acontecimiento es que podemos acercarnos a entender la severidad del infierno.

 

La ira de Dios se desplegará sobre los hombres que detuvieron con injusticia la verdad. Habrá un lugar de negativo "privilegio" para los apóstatas y para los falsos maestros. Pero también habrá lugar para las miles de generaciones de hombres que se burlaron de Dios y de su pueblo, de la iglesia de Cristo y de la Biblia, para los que persiguieron al pueblo de Dios y para los que hicieron de la muerte de los cristianos un espectáculo. Cuando recordamos la extrema maldad del corazón humano nuevamente podemos entender el porqué de la severidad del infierno.

 

El infierno es una condenación eterna

 

El infierno “es una ira eterna. Sería terrible sufrir aun por un instante el furor y la ira del Dios Todopoderoso, pero lo que sufrirás será por toda la eternidad. Este sufrimiento horrible no tendrá fin. Cuando mires hacia el futuro, verás una larga eternidad, una duración sin fin delante de ti que consumirá tus pensamientos y sorprenderá tu alma, y perderás toda esperanza de alguna liberación, algún final y alguna disminución de tus sufrimientos; comprenderás que tendrás que pasar largos millones y millones de siglos luchando y contendiendo con esta venganza todopoderosa y sin misericordia; y cuando llegues a ese punto, cuando hayas pasado muchas eras en este estado, sabrás que es apenas un pedacito de lo que todavía falta. De manera que tu castigo será verdaderamente infinito. ¡Oh, quién pudiera expresar lo que es el estado de un alma en tales circunstancias! Todo lo que pudiéramos decir de ellas es apenas una débil y muy deficiente y apagada representación de esa condición, es inexpresable e inconcebible, porque “¿quién conoce el poder de la ira de Dios?”

 

La ofensa contra un Dios infinito merece un castigo infinito. En cuanto a su dimensión temporal, el infierno no tiene fin. Esto lo podemos entender de dos formas: un despliegue de tiempo sin fin, o una completa ausencia de tiempo, un eterno presente inmóvil. 

 

Los habitantes de la tierra aún tienen esperanza

 

Los habitantes del infierno ya no tienen retorno. “Están clamando en su sufrimiento extremo y total desesperación; pero aquí sigues tú en la tierra de los vivientes, bendecido con la Biblia y los días de descanso y los siervos del Señor, y tienes la oportunidad de obtener salvación. ¿Qué darían esas pobres almas ya sufriendo su condenación y sin esperanza por un día con la oportunidad como el que ahora disfrutas?”

 

El evangelio es la posibilidad de salvación de todo lo descrito.

 

"Porque dice:

En tiempo aceptable te he oído,

Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación"

 

2ª Corintios 6:2

 

 

 

 



[1] Fragmento de: Jonathan Edwards. “Pecadores en las manos de un Dios airado”. Apple Books.

domingo, 4 de julio de 2021

La agenda de género y el matrimonio homosexual

 


¿Cuál es el diseño de Dios para el matrimonio?

 

El matrimonio entre un hombre y una mujer ha sido desde siempre el núcleo esencial de la vida humana colectiva. El matrimonio es la base para la familia, grupo social primario proveedor de adaptación, formación y cuidado de las nuevas generaciones.

 

"Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" (Génesis 2:24)

 

Dios y la humanidad enemistadas por el pecado

 

Lamentablemente, el diseño de Dios ha sufrido la corrosión constante del pecado humano. En tiempos bíblicos, tanto el divorcio como la poligamia atentaron contra la institución matrimonial. En nuestros días se ha sumado un nuevo ataque: el "matrimonio igualitario", el cual es la normalización definitiva de la homosexualidad, práctica que refleja el extravío del hombre respecto de su creador:

 

"y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío" (Romanos 1:27)

 

El problema de fondo es el pecado, el homosexualismo es sólo una expresión más de aquel. El pecado tornó la comunión con Dios en enemistad. La Palabra de Dios es clara, Dios está airado con el pecador (no sólo con el pecado), y su ira se acumula día a día (Romanos 2:5).

 

"Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días" (Salmo 7:11)

 

La normalización de la homosexualidad

 

Fueron más de 8.000 años en que la civilización entendió que la cohesión social se constituía desde un vínculo primario entre un hombre y una mujer, quedando al margen las demás expresiones. Vivimos un tiempo que ha revertido este orden y la homosexualidad ha entrado por la puerta grande al orden institucional. Ya no es necesario disimularla, sino que se profesa con orgullo, tal como se ha bautizado el mes de su "celebración".

 

"La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. !!Ay del alma de ellos! porque amontonaron mal para sí." (Isaías 3:9)

 

A través de la historia bíblica, el homosexualismo, como actor histórico, siempre ha servido como referencia e incluso como vara de medida de la corrupción del hombre. 

 

"Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti" (Mateo 11:24)

 

La agenda de género se impone con inusual poder

 

En menos de 10 años un poder hegemónico y totalitario ha forzado a las masas a cambiar su parecer respecto de la homosexualidad. Esto es resultado de un planificado programa de adoctrinamiento cultural, que ha contado con la difusión de la totalidad de los medios de comunicación y la industria del entretenimiento. La agenda de género se impuso con gran velocidad gracias a la red de redes y sus múltiples expresiones. Sin embargo, es evidente que hay un poder mayor detrás de todo esto: 

 

"Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno" (1º Juan 5:19)

 

A pesar de los acontecimientos mundiales, debemos confiar en Dios y estar tranquilos

 

No hay que sentir temor por las circunstancias mundiales, debemos confiar plenamente en el Señor. Dios está en control de todo, su Palabra describe con precisión todos estos acontecimientos. Nuestra tranquilidad proviene de saber que Dios es soberano, y estamos seguros en él.

 

"¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:38)

sábado, 3 de julio de 2021

El segundo viaje misionero: Pablo en Atenas (Hechos 17:16-34)


 

Al llegar a Atenas, el apóstol Pablo se enfrentó bruscamente a la realidad de una ciudad entregada a la idolatría, enfureciéndose al ver este triste espectáculo de la cultura humana. En Atenas contrasta la grandeza de la filosofía griega, sin dudas base de nuestro pensamiento occidental, con la decadencia de la idolatría. Ni siquiera la más alta expresión del desarrollo intelectual humano inmuniza a la gente de caer en los encantos del culto idolátrico.


La cultura helénica supo combinar su tradicional politeísmo con el desarrollo de la filosofía, o pensamiento racional. Como se mencionó, la filosofía es uno de los mayores legados que entregaron los griegos a la cultura occidental, con figuras como Platón, Aristóteles y otras escuelas de pensamiento. Sin embargo, los griegos nunca pudieron dejar de lado a sus antiguos dioses. Un historiador señaló al respecto: "El ateniense se diferencia del romano y del espartano en mil rasgos de carácter y de espíritu; pero se les parece en el temor a los dioses. La ciudad de Atenas y su territorio están cubiertos de templos y capillas; los hay para el culto de la ciudad, para el culto de las tribus y de los demos, para el culto de las familias. Cada casa es un templo, y casi en cada campo hay una tumba sagrada”.

 

El cristiano debería sentir la misma ira al presenciar prácticas que transgreden la ley de Dios, más aún cuando se realizan en plena consciencia y de manera desafiante. Debemos sentir rabia e incluso odio contra lo que mancilla el nombre de Dios. De hecho, lo opuesto a la actitud del apóstol es el amor al mundo, Juan establece la dura verdad de que si alguien tiene amor por alguna ideología o marco de "construcción de sentido" contrario a la voluntad de Dios, se trata de un síntoma inequívoco de la ausencia del amor del Padre en tal persona, o sea, es evidencia de su condición no regenerada. 

 

Después de esta primera impresión nefasta de la realidad de los atenienses, Pablo concurre primeramente a la sinagoga, lugar donde estableció discusiones con los judíos y prosélitos presentes. Posterior a esta visita, el apóstol salió a proclamar el evangelio a lugares abiertos, para ser escuchado por más personas. En una plaza de Atenas se encontró con un par de representantes de las escuelas filosóficas más populares en aquel momento: los "epicúreos" y los "estoicos". Los primeros decían que el placer era el objetivo de la vida del ser humano, aunque debía buscarse de forma responsable; la vida vinculada a la política acarreaba muchos problemas, lo contrario del placer, por lo que no era un objetivo de vida para los epicúreos. Por otro lado, los estoicos decían que el pensamiento racional debía estar siempre por sobre las emociones y sensaciones, reflexionaban sobre las consecuencias de las acciones y en función de esa reflexión tomaban decisiones, lo que los transformaba en ciudadanos muy ordenados. A diferencia de los epicúreos, los estoicos estaban dispuestos a participar en política, porque era un instrumento de transformación de la vida. Ambos grupos eran politeístas, creían en las famosas deidades del panteón greco-romano.

 

El primer encuentro con los griegos fue en una plaza. Pablo despertó el interés de una audiencia que reacciona de forma despectiva: "¿Qué querrá decir este palabrero" (Hch 17:18). El discurso de Pablo era muy diferente a lo que ellos solían escuchar, por lo que no supieron asimilar sus ideas. En su cosmovisión politeísta prontamente concluyeron: "Parece que es predicador de nuevos dioses". Claramente, su razonamiento está anclado a su realidad.

 

Posteriormente Pablo fue llevado al Areópago, antigua corte de justicia situada en lo más alto de una colina, pero que en tiempos de dominio romano era sólo de carácter ceremonial, funcionando en materias religiosas o filosóficas. En este lugar Pablo comienza su exposición del evangelio y se vale del entorno para establecer una especie de "puente de sentido" con los griegos, buscando facilitar su comprensión. Pablo dice: 

 

"porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio" (Hch 17:23) 

 

Esta mención al Dios "no conocido" fue meramente un ejercicio retórico, no debería entenderse que el Dios verdadero haya estado detrás de ese espacio sin nombre. El apóstol enfatiza el poder ilimitado y  soberano de Dios respecto de todo lo existente, "El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas" (Hch 17:24-25). Los dioses del panteón romano tenían una característica que los distinguía y que permitía su identificación por parte de la gente, ninguno de ellos tenía los atributos que Pablo proclama respecto del Dios de la Biblia. Esto de por si debe haber generado un rechazo al mensaje del apóstol.

 

Por otra parte, es de notar la diferencia entre la forma de pensar de los filósofos y la predicación de Pablo. El tema no es el sentido de la vida del hombre, ni en qué manera éste se puede beneficiar del favor de los dioses. El evangelio es justamente lo opuesto, el Dios desconocido es el que ha creado todo lo existente y no necesita de nada ni de nadie para existir. En otras palabras, el Dios que predica Pablo es ajeno a los cánones tradicionales de las divinidades griegas. 

 

"Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros" (Hch 17:26-27). Las ideas contraculturales siguen apareciendo en el discurso del apóstol, igualando a todos los hombres en origen y dejando en claro que es el Dios desconocido el que pone los límites a su actuar en el tiempo y en el espacio. Se trata de un Dios personal, que soberanamente decide por sobre la voluntad de los hombres, reduciendo su esfera de influencia y poder a su mínima expresión. Dios manda al ser humano que le busque "si en alguna manera, palpando, puedan hallarle", palabras que sin duda hacen referencia a la imposibilidad de los griegos de ver ni identificar al verdadero Dios, por eso les es "desconocido".  


"Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos" (Hch 17:28). Los cristianos vivimos por medio de la vivificación que hemos recibido de parte de Dios y que se hace realidad por medio del Espíritu Santo, por Cristo vivimos y por su voluntad nos movemos y somos. El apóstol aprovecha de vincular esta verdad al dicho del poeta griego Epimémides: "Porque linaje suyo somos". Con esta mención Pablo quiso enfatizar que hasta los poetas paganos reconocen que el hombre es linaje de Dios, por lo que es una insensatez pensar que la "Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres" (Hch 17:29). Los dioses presentes en el Areópago no eran más que esculturas elaboradas con materiales inertes.

 

Los contenidos predicados por Pablo estaban muy alejados de la cosmovisión griega. Sin embargo, fue la mención a la resurrección de Cristo lo que supuso la gota que rebalsó el vaso. La reacción de algunos fue de burla, mientras otros aprovecharon la oportunidad para retirarse. Desde un punto de vista pragmático, pareciera que la estrategia de asimilar elementos del recinto con la predicación del evangelio no fue del todo exitosa, sin embargo, el capítulo termina diciendo que algunas personas creyeron, entre los cuales se cuenta a "Dionisio el aeropagita y una mujer llamada Dámaris, entre otros más" (Hch 17:34). 

Cristo dio por mi sangre carmesí

  Yo confío en Jesús y salvado soy, por su muerte en la cruz, a la gloria voy.   Cristo dio por mí sangre carmesí, y por su muerte en la cru...