sábado, 18 de diciembre de 2021

Boric o Kast

 


La duda

Hace pocas semanas me llegó al whatsapp un video de un pastor de una iglesia en Santiago Centro. El video trata sobre las elecciones y sugiere que los cristianos debieran votar por José Antonio Kast. El argumento que sostiene esta sugerencia es que Kast está "más cerca" de los valores y principios bíblicos. 

 

Este argumento es cierto, Kast es mucho más cercano a la moral bíblica que Boric. No me interesa demostrar esto, más bien reflexiono sobre la metodología de elección; me pregunto si esa "cercanía" es razón suficiente para sugerir un candidato en desmedro del otro.

 

¿La Palabra de Dios tendrá algún pasaje aplicable a esta situación? Me temo que no, pues la democracia moderna tiene apenas un par de siglos, por lo que no encontraremos ninguna situación en la Biblia resuelta mediante mayorías. Entonces ¿un cristiano debiera elegir en función de la "cercanía" o "lejanía" a la voluntad de Dios? ¿Qué sucede cuando en algunos ámbitos hay "cercanía", pero en otros hay "lejanía"?

 

Lo seguro

 

Lo que sucede es la voluntad de Dios. "Voluntad general" podríamos llamarla. El candidato que sea elegido mañana será el que Dios quiso instalar en el país en este momento histórico. Desde luego, Dios no se toma ninguna molestia en comunicarnos el porqué de sus decisiones. 

 

"Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas". Romanos 13:1 es el marco para entender la relación entre el cristiano y la política. En este momento hay dos candidatos, pero mañana el ganador -sea quien sea- será autoridad, y merecerá el sometimiento que demanda la Palabra de Dios.

 

La Iglesia de Cristo no tiene ningún llamado a participar institucionalmente en política, aunque esta última sea disfrazada de justicia social o de preocupación por los pobres. El apóstol Pablo nos exhorta individualmente a poner la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra (Col 3:2). Si a nivel personal se nos ordena centrarnos en el Reino de Dios, resulta a lo menos extraño que una iglesia local se apasione más por la política que por Cristo mismo.

 

La conclusión

 

Considerando todos estos elementos, concluyo lo siguiente: Las iglesias locales no deben mantener ninguna connivencia con el poder. No se debería enseñar ni menos mandatar a votar por un candidato determinado, porque no hay base escritural para aquello. El mensaje bíblico es que Dios es soberano en todos los escenarios futuros, por lo que no hay nada que temer. Finalmente, sólo a modo de sugerencia, se podría opinar que determinado candidato es mejor debido a que sus valores son más "cercanos" a los bíblicos. Esto sólo debiera ser una sugerencia -a pié de página-, ya que nuestra verdadera ciudadanía está en los cielos (Fil 3:20) y los asuntos de este mundo no debieran ser dueños de nuestras emociones ni pasiones.

domingo, 12 de diciembre de 2021

Tercer viaje misionero: el tumulto en el anfiteatro de Éfeso (Hechos 19:23-41)

 


Demetrio y el gremio de artesanos de Éfeso

El apóstol Pablo y los hermanos comenzaron a predicar el evangelio en el corazón mismo de Éfeso, lo que implicaba una confrontación directa con la gran deidad de la antigüedad en su versión efesia: Diana de los efesios. Según Hechos 19:27, Diana era adorada en "el mundo entero", existiendo una versión distinta de Diana -o Artemisa- para cada ciudad. Se estima que Diana tenía al menos 30 lugares de culto en el mundo mediterráneo, su templo en Éfeso tenía alrededor de 106 metros de largo y aproximadamente 45 de ancho, y se consideró como una de las siete maravillas del mundo antiguo. 

 

Demetrio fue el artesano que percibió el potencial peligro que representaba el cristianismo para el rentable negocio de figuras relacionadas con Diana. Esta situación lo movió a reunir a su gremio y hacerles ver el daño que traería la predicación de Pablo. Demetrio vislumbraba dos asuntos: un ataque a Diana, el orgullo de la ciudad y por otro lado el desencantamiento de la gente con las figuras que ellos producían, pues Pablo recalcaba que: "no son dioses los que se hacen con las manos" (Hch 19:26). Para entender un poco mejor el contexto, en Éfeso, la política y la religión estaban tan entrelazadas como la religión y la economía, y el orgullo cívico local era inseparable de la adoración a la Diana efesia (1).

 

Si examinamos con más detalle las palabras de Demetrio, nos damos cuenta que no lo movía tanto un interés devocional por la figura de Diana, sino más bien una preocupación por la posible pérdida de ingresos generados por el peregrinaje de mucha gente alrededor del templo de Diana, con la correspondiente adquisición de elementos de artesanía relacionados. Como sucedía a menudo, "la piedad religiosa se convertía en una capa delgada debido a los intereses económicos personales. El templo de Diana servía como un banco así como un templo, y la gente de todas partes del mundo depositaba sus fondos allí" (2). Sumado a este "oportunismo económico", como se señaló en pasajes previos a este capítulo, la ciudad de Éfeso se caracterizaba por una especial vocación esotérica, basta mencionar la prescripción de Pablo en su carta a los efesios, acerca de equiparse con toda armadura espiritual para enfrentar adecuadamente a las huestes de maldad.

 

La predicación de Pablo era potencialmente una amenaza para los comerciantes de Éfeso de la misma manera que la predicación cristiana hoy podría ser una amenaza contra el negocio de la pornografía, o de la droga. Incluso, hay espacios más "grises", donde actividades pudieran estar reñidas con la voluntad de Dios, pero no de forma explícita, por ejemplo, manejar el negocio de una botillería, o dedicarse a una industria donde predominan los valores anti cristianos. En muchos casos la nueva vida del creyente ha implicado una necesaria reconversión también de las mismas formas de generar ingresos, ya que en Cristo no está permitido conseguir las cosas a "cualquier costo" o por "cualquier medio". En el corazón del creyente genuino aparecen las palabras de Pablo a los Colosenses, las que nos invitan a centrar la mirada en las cosas realmente importantes, sabiendo ponderar de buena forma el valor de lo terrenal: "Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios." (Col 3:1-3).

 

El tumulto en el anfiteatro

 

Esta reunión de Demetrio con el gremio generó una especie de "aleonamiento" en los presentes y en el entorno cercano de la ciudad, generando tanto una reacción contra Pablo como una defensa del orgullo local expresado en Diana. Este tumulto se trasladó al teatro de la ciudad, de unos 152 metros de diámetro, el que tenía una infraestructura disponible para que unos 25.000 asistentes pudieran oír adecuadamente a los actores o expositores desde el escenario, además de muchas estatuas alrededor. Esta furia colectiva se fue expandiendo como bola de nieve y, tal como lo describe Lucas, era bastante irracional: "Unos, pues, gritaban una cosa, y otros otra; porque la concurrencia estaba confusa, y los más no sabían por qué se habían reunido" (Hch 19:32). O sea, muchos no sabían el por qué estaban presentes ahí. El apóstol Pablo tenía la intención de integrarse a esta marea de gente, pero Gayo y Aristarco -compañeros macedonios de Pablo- pusieron la mesura y se lo impidieron. 

 

Como los judíos en el Asia romana tenían mucho cuidado de no ofender a los residentes locales, un tal Alejandro trata de explicar que la comunidad judía no tenía nada que ver con toda la agitación del momento. Por esa razón la facción judía presente en la multitud lo empujó a hablar en defensa de su pueblo. Sin embargo, Alejandro no alcanzó a explicar nada, ya que cuando los efesios se dieron cuenta que era judío, comenzaron a gritar sobre sus palabras: "¡Grande es Diana de los efesios!" (Hch 19:34). 

 

El deber de garantizar el "orden público" en Éfeso

 

En este marco de "efervescencia social" en el teatro, toma la palabra el escribano (Hch 19:35) o "secretario del consejo municipal" (NVI), figura equivalente al alcalde de nuestros días. Este funcionario puso paños fríos a la multitud con un discurso ponderado para apaciguar los ánimos. En primer lugar, relativiza el efecto negativo que pudiera tener el ministerio de Pablo en Éfeso, además, desestima la amenaza que podrían significar los hombres de Dios, ya que éstos no eran ni "sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa" (Hch 19:37). Este último punto es importante, ya que por "sacrilegio" se entendía normalmente a la acción de saquear templos, uno de los delitos más graves de aquel tiempo. Fue con el paso de los años que este término adquirió un significado más amplio, relacionándose con todo acto destructivo de objetos considerados sagrados. 

 

Podemos observar la acción providencial de Dios en favor de los cristianos en este suceso particular. El escribano ayudó a poner "paños fríos" a la situación, actuando indirectamente en favor del apóstol y de los hermanos. No obstante, esta acción no se debió al deseo de brindarles apoyo, sino fue porque este tumulto podría llegar a ser conocido por autoridades romanas, y ser interpretado como una reunión de sedición o de coordinación para la insurrección, asuntos críticos que los romanos vigilaban constantemente.


Finalmente, el alcalde entrega los lineamientos a seguir de forma sencilla: si Demetrio y su gremio estiman que Pablo y el equipo misionero representan una amenaza al comercio y a todo lo que se desarrolla en torno al templo de Diana, deberán presentar una acusación para tratar el tema en una asamblea constituida legalmente, y no en medio de una mera muchedumbre. De lo contrario, el desorden en el teatro podría ser entendido por las autoridades como un intento de sedición (Hch 19:40), siendo el escribano el más perjudicado de todo esto, pues era el responsable del orden público en la ciudad.




[1] Craig S. Keener, Comentario del Contexto Cultural de la Biblia. Nuevo Testamento. Editorial Mundo Hispano, Colombia, 2019. Pág. 380.

[2] Ibid. Pág. 379.

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Tercer viaje misionero: los exorcistas de Éfeso (Hechos 19:11-22)


 

Enfermos sanados y espíritus malos expulsados de personas atormentadas eran confirmaciones visibles del ministerio de Pablo en Éfeso. De la misma manera que sucedió con el Señor Jesucristo, muchas sanidades y milagros ocurrieron a "modo de señal", comunicando a los incrédulos acerca del poder presente en el mensajero. Por esta misma razón observamos que en Éfeso el Señor obraba "milagros extraordinarios por mano de Pablo" (Hch 19:11) sobre personas seleccionadas, no con todo el mundo.  


El pasaje que abarca los versículos 12 al 19 es similar a otros del libro de Hechos. En especial, trae remembranza de aquel sucedido con Simón, el mago samaritano que creyó e incluso se bautizó con la predicación de Felipe (Hch 8:13), y que solicitó "adquirir" el poder del Espíritu Santo para sus propios negocios. Algo similar sucede en el pasaje que ahora nos convoca, donde los hijos de un tal Esceva, jefe de los sacerdotes judíos, se dedicaban al exorcismo ambulante. Los muchachos quedaron atónitos al ver la eficacia del ministerio apostólico en cuanto a la sanación y la expulsión de demonios, y quisieron aprovechar el poder de Pablo replicando las palabras que el apóstol usaba al ministrar: "Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo" (Hch 19:13). 


El intento de usurpar el lugar del apóstol no dio frutos, pues el espíritu malo les respondió "A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?" (Hch 19:15). A partir de esta respuesta se podría inferir que los espíritus malos tienen la capacidad de detectar el sello del Espíritu Santo puesto por Dios en sus hijos como la garantía de la herencia hasta la redención de la posesión adquirida (Ef 1:14). Por otro lado, y yendo un "poquito" más allá, podríamos ver en la respuesta de los espíritus malos una suerte de "rallado de cancha" a muchos "ministerios cristianos" de actualidad. Con esto quiero decir que el hablar a nombre de Dios o el profesar una determinada religión -todo lo cual supone la respectiva confesión de fe- no es en absoluto una credencial de genuina condición espiritual. De alguna manera este pasaje me recuerda al Señor Jesucristo declarando "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos..." (Mt 7:21). 


La Palabra de Dios muestra varios ejemplos de la capacidad de las huestes espirituales de reconocer instantáneamente la divinidad de Cristo, lo que corrobora el punto planteado anteriormente. Por ejemplo:


"Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados; y toda la ciudad se agolpó a la puerta. 

Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían." 

Marcos 1:32-34

 

"Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo, el cual exclamó a gran voz, diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios" 

Lucas 4:33-34


Es interesante analizar las palabras que el espíritu malo responde a los exorcistas. En primer lugar, "a Jesús conozco", el eterno Hijo de Dios encarnado, creador de los cielos y de la tierra, era fácilmente detectable por las potestades espirituales. Después agrega: "y sé quién es Pablo", reconocimiento esperable para un Apóstol, alguien que había recibido poder sobrenatural de parte de Dios sobre el reino demoníaco. Finalmente, el demonio se refiere a estos exorcistas ambulantes de forma algo sarcástica y desafiante diciéndoles: "pero vosotros, ¿quiénes sois?", dejando en una situación de peligro y vergüenza a los hijos de Esceva.


Al notar la condición de "impostores" de los hijos de Esceva, los espíritus malos que estaban en aquel hombre procedieron al ataque: "Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos." (Hch 19:16).


Este énfasis de actividad sanadora y de expulsión de demonios en Éfeso tenía relación con la gran actividad demoníaca presente en aquella ciudad. Recordemos que Pablo le escribe a los Efesios sobre la realidad de la lucha espiritual, la cual se enfrenta con una armadura precisamente espiritual: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes." (Ef 6:12). Éfeso tenía una amplia reputación por su gremio de magos y por la necesidad de exorcismos y protección en contra de espíritus malignos. Como sostiene C. Keener al respecto: "Por lo común, los magos exorcistas invocaban nombres de espíritus mayores para expulsar espíritus menores. De acuerdo con la teoría de la magia, los exorcistas podían obligar a una deidad o espíritu a hacer lo que ellos quisieran al invocar su nombre." (1)


Después de presenciar toda la escena, la comunidad de Éfeso quedó conmovida. El poder de Dios actuando a través del apóstol Pablo y el peligro asociado a las prácticas espiritistas gatilló un sentimiento de temor y también de arrepentimiento. Probablemente, los hijos de Esceva quedaron a muy mal traer después del ataque demoníaco. Tal situación movió a muchos de los habitantes de la ciudad a quemar sus colecciones personales de escritos relativos a la magia y la hechicería, los que fueron cuantificados en cincuenta mil piezas de plata, lo que equivale al salario de cincuenta mil días de trabajo para un trabajador promedio de aquella época. Queda en evidencia la magnitud de las prácticas de magia y hechicería en la ciudad de Éfeso. Por otro lado, debido a la cantidad de personas que se arrepintieron, podríamos estar hablando de un "avivamiento" efesio.


Finalmente, "crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor" (Hch 19:20). No hay nada que pueda vencer a la poderosa Palabra de Dios, ésta siempre será triunfante ante el mundo y las huestes de maldad. Esto sin duda es un gran consuelo para el cristiano. 



[1] Craig S. Keener, Comentario del Contexto Cultural de la Biblia. Nuevo Testamento. Editorial Mundo Hispano, Colombia, 2019. Pág. 378.

lunes, 11 de octubre de 2021

Tercer viaje misionero: Pablo en Éfeso (Hechos 19:1-10)


Pablo en Éfeso

Mientras Apolos continuó su ministerio en Corinto, región de Acaya, Pablo y la comitiva misionera cumplió su promesa de volver a Éfeso. La decisión de ir a esta ciudad tenía su racionalidad, pues "Éfeso proporcionó la oportunidad de influir en toda Asia (la provincia romana, actual Turquía). Era la ciudad más habitada de la provincia más próspera y poblada del imperio (Asia). Éfeso se convirtió en la ciudad principal con la sede real de la administración jurisdiccional" (1).

 

La primera escena que se narra en esta ciudad es el encuentro de Pablo con unos discípulos (aprendices o estudiantes en este contexto) aparentemente de Juan el Bautista, según el versículo 3. Probablemente el apóstol notó de alguna manera la ausencia del Espíritu Santo en aquellas personas, lo que gatilló su pregunta específica: "¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?" (Hch 19:2).

 

Este pasaje siempre ha sido motivo de controversias, debido a la disyuntiva de considerar a estos "discípulos" como cristianos o no. Los que ven en estos seguidores a cristianos renacidos, deben explicar el por qué recibieron al Espíritu Santo de forma posterior a su conversión cristiana, lo que muchas veces da lugar a enseñanzas tales como la "segunda unción" o un supuesto estado espiritual de nivel superior. Creo que esta lectura es errónea si consideramos el marco teológico mayor que nos provee la Escritura.

 

En primer lugar, en el Nuevo Testamento la palabra "discípulo" no siempre se refiere a cristianos (aunque todo cristiano sí es un discípulo) (2). Por ejemplo, la Biblia habla de los "discípulos" de los fariseos (Mr 2:18, Lc 5:33), los cuales desde luego no eran cristianos. Por otro lado, Juan 6:66 menciona a unos discípulos de Jesús que le habían abandonado: "Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él". 

 

Creo que esta disyuntiva se esclarece al considerar la respuesta de los discípulos a la pregunta de Pablo en Hechos 19:2: "Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo". Esta negativa, acentuada por el desconocimiento que expresan, sugiere de forma persuasiva la ausencia del Espíritu Santo en las vidas de estas personas.  

 

Si examinamos otros pasajes de la Escritura, queda claro que un ser humano en el cual no está presente el Espíritu Santo no puede ser de Cristo. Esta conclusión se sigue de forma necesaria de los siguientes pasajes: 

 

"¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?" 1º Corintios 6:19

 

"En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa" Efesios 1:13

 

"Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él." Romanos 8:9

 

"Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu" Judas 19

 

Sin embargo, estas personas no eran del todo ajenas a la fe, el texto indica que habían sido partícipes del bautismo de Juan, que era un acto "de carácter anticipatorio y que se relacionaba estrechamente con anunciar a Cristo, que estaba por venir" (3). De esta forma, estos discípulos tenían esa clase de relación con Dios que caracterizaba a los hombres piadosos del Antiguo Testamento, los que creyeron en Dios poniendo su fe en el Mesías venidero, del cual no siempre tuvieron mucha información (Hch 19:4).  

 

Lo importante es que estos hombres ya estaban destinados para vida eterna, por lo que Dios acomodó las circunstancias para que oyeran el evangelio y creyeran, siendo posteriormente bautizados en el bautismo cristiano, "Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús" (Hch 19:5). La conversión de estos hombres se hizo visible a través de la expresión de lenguas y profecía, situación recurrente en la narrativa de Hechos, y que en este caso puede relacionarse a la necesidad de confirmar la presencia del Espíritu Santo en ellos, "ya que ni siquiera habían oído que el Espíritu había venido, necesitaban una prueba tangible de que Dios había entrado verdaderamente en sus vidas" (4). Pablo, como autoridad de la iglesia naciente, impuso sus manos sobre ellos en señal de afirmación apostólica, incorporando a aquellas personas plenamente a la comunión cristiana.

 

Posteriormente Pablo se dedicó a discutir y a persuadir a judíos en la sinagoga acerca del reino de Dios, o sea, "todo lo que implicaba la muerte y exaltación de Jesús" (5). La valentía era una característica de la predicación apostólica, la cual desataba el poder de la Palabra al ser proclamada. Queda claro que la predicación apostólica no se esforzaba en empatizar con la audiencia, sino que confrontaba sin concesiones y no se amilanaba ante el rechazo ni la hostilidad. Esto es destacable al considerar que las experiencias previas de proclamación del apóstol, recurrentemente terminaron con la reacción violenta de los judíos, lo que se tradujo en numerosas persecuciones, encarcelamientos, lapidaciones, entre otros padecimientos. Nada de esto afectó al equipo misionero, la predicación de la Palabra era inquebrantable, es por eso que el "denuedo" de los hermanos es de los adjetivos más utilizados por Lucas para describir su actitud.

 

Como tantas veces sucedió en el ministerio de Pablo, la predicación del Evangelio gatilló la ira de los judíos, los que maldijeron "el Camino" (Hch 19:9), expresión al parecer original para el cristianismo de aquel entonces. Sin embargo, alcanzaron a predicar 3 meses en la sinagoga, hasta que la situación estalló. Con resolución, tanto Pablo como los hermanos se apartaron de la sinagoga y se incorporaron a la escuela de Tiranno, el que probablemente era un maestro de Éfeso. Al respecto, F.F. Bruce indica: "Tiranno (un nombre atestiguado en Éfeso) se supone, en general, que era el profesor que enseñaba habitualmente allí; es posible, sin embargo, que fuera el propietario del edificio, que quisiera alquilárselo a Pablo a veces, cuando no fuera requerido por el profesor o profesores habituales" (6).

 

De esta forma, con valentía y decisión, Pablo predicó la Palabra de Dios por más de 2 años en Éfeso. Hacer la voluntad de Dios trajo bendición a muchos en aquella zona, "de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús" (Hch 19:10).



[1] Craig S. Keener, Comentario del Contexto Cultural de la Biblia. Nuevo Testamento. Editorial Mundo Hispano, Colombia, 2019. Pág. 377.

[2] John Macarthur, Comentario del Nuevo Testamento: Hechos, Editorial Portavoz, USA, 2014. Pág. 467.

[3] F.F. Bruce, Libro de los Hechos, CLIE, 1988. Pág. 379.

[4] John Macarthur, Comentario del Nuevo Testamento: Hechos, Editorial Portavoz, USA, 2014. Pág. 469.

[5] F.F. Bruce, Libro de los Hechos, CLIE, 1988. Pág. 381.

[6] Ibid. Pág. 381.

sábado, 18 de septiembre de 2021

Tercer viaje misionero: Apolos en Éfeso (Hechos 18:22-28)

 


Fin del segundo viaje misionero: El retorno a Antioquía de Siria

El equipo misionero emprende viaje de retorno hacia Antioquía de Siria. La expresión "descendió a Antioquía" en Hechos 18:1 significa que este camino también incluyó a Jerusalén, lugar desde el cual "descendieron", esto debido a la altura espiritual en que se haya la ciudad de David para los judíos. Con toda seguridad el equipo misionero debe haber saludado a la iglesia en Antioquía e informado de los diversos sucesos acontecidos durante este segundo viaje. Si bien el texto no hace mención explícita de esta cuenta pública, podemos inferir su ocurrencia a partir de lo sucedido al término del primer viaje (Hch 14:27).

 

La ruta del tercer viaje comprendió algunas localidades visitadas en el segundo viaje, hasta el momento en que Dios les cambió drásticamente la ruta: "Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia" (Hch 16:6). En ese mismo pasaje Pablo recibe la instrucción en visión de ir a Macedonia y dejar Asia: "Pasa a Macedonia y ayúdanos" (Hch 16:9). En este tercer viaje los hermanos transitan por las localidades que anteriormente el Espíritu Santo les prohibió visitar.

 

Aquila y Priscila exponen más exactamente el camino de Dios a Apolos

 

Como se mencionó, Pablo conoce a Aquila en Corinto debido a que ambos se dedicaban al mismo oficio, ser curtidores de pieles. Cuando Pablo abandona Corinto en dirección a Antioquía, es acompañado por Aquila y su mujer Priscila, los que se establecen en Éfeso (una de las ciudades visitadas en el retorno). Es en esta localidad donde aparece un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, para el cual se tienen palabras de elogio: "varón elocuente, poderoso en las Escrituras" (Hch 18:24).

 

La Biblia describe a Apolos como un hombre instruido en el camino del Señor, fervoroso de espíritu y que enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor. Adicional a esto, como dijimos, era "elocuente y poderoso en las Escrituras". Por lo tanto, Apolos era un varón de Dios, un siervo al cual Dios tendría la preocupación de corregir. Creo que Apolos había recibido el evangelio en Alejandría, y su instrucción se desviaba al menos en un punto importante respecto del cristianismo predicado con base en Jerusalén. Sin embargo, Apolos ya era un varón en el camino del Señor Jesucristo. El Señor mismo prometió obrar en nosotros los cristianos de manera progresiva, hasta el día final: "el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo" (Fil 1:6). Sin embargo, Apolos desconocía la enseñanza del bautismo tal como se ha ido desplegando en el libro de los Hechos, pues sólo conocía el bautismo de Juan, "Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan" (Hch 18:25). El bautismo de Juan tuvo el propósito de preparar a Israel para la llegada del Mesías. El bautismo cristiano, en cambio, es una ordenanza dada a todos los hombres que se postran en humillación y arrepentimiento ante el Señorío de Jesucristo y su obra redentora.

 

Más allá de la diferencia en la temática, creo que lo central en esta discordia es que Apolos recibe elogios de la Palabra de Dios aun cuando su cuerpo doctrinal tenía una falla o error. De esta manera, un error doctrinal no descalifica inmediatamente a un cristiano, al menos si ese error no compromete las enseñanzas esenciales. El pasaje nos muestra la gracia del Señor proveyendo a personas para que lo instruyeran correctamente. 

 

Apolos hablaba con "denuedo", rasgo que caracteriza a los hombres de Dios guiados poderosamente por el Espíritu Santo (Hch 4:13; 4:29; 4:31; 13:46). Justamente por ser un hombre guiado por Dios, es también "perfeccionado" en el camino de Dios a través del trabajo de otros hermanos útiles a sus propósitos. Priscila y Aquila tuvieron la tarea de corregir a este varón elocuente. El mismo Apolo nos enseña a través de su actitud humilde y receptiva ante la corrección, pues se dejó aconsejar y enseñar por los hermanos, entendiendo ahora "más exactamente el camino de Dios" (Hch 18:26). En palabras de F.F. Bruce "el procedimiento de Priscila y Aquila fue admirable: ¡Es mucho mejor ayudar discretamente a un maestro cuya comprensión de un tema es deficiente que corregirlo o denunciarlo públicamente!" (1)

 

El resultado de esta corrección doctrinal fue sin duda de bendición. Apolo continuó su ministerio yendo finalmente a la región de Acaya, específicamente a la ciudad de Corinto, siendo de gran provecho a los hermanos que por la gracia de Dios habían creído en aquel lugar. La Palabra proclamada por Apolos, al igual que Pablo y Pedro, se centraba en demostrar a los judíos que Jesús era el Cristo (Hch 18:28), presentando defensa públicamente contra sus argumentos. 

 

La pureza doctrinal es fundamental, más aún si entendemos que el ministerio de estorbar y distorsionar la Palabra de Dios corresponde a las huestes de maldad. La responsabilidad de custodiar y velar por la pureza doctrinal está reservada preferentemente a los pastores, los cuales por lo mismo no deben ser neófitos (1º Tm 3:6), sino aptos para enseñar (1º Tm 3:3), distinguiendo claramente la verdad del error (Ti 2:1). 

 

Este pasaje nos invita a aprender a diferenciar errores doctrinales de carácter involuntario de otros que son parte de estrategias activas de engaño y maquinación (2º Cor 2:11). Hay errores que necesitan corrección, pero también hay posturas más generales que son imposibles de corregir, y que sólo dan cuenta de la condición espiritual de quien las emite.



[1] F.F. Bruce, Libro de los Hechos, CLIE, 1988. Página 131. Pág. 375.

sábado, 11 de septiembre de 2021

Segundo viaje misionero: Corinto (Hechos 18:1-21)




Pablo y Aquila trabajan juntos

 

Después de su intervención en el Areópago, Pablo salió de Atenas y fue en dirección suroeste hasta llegar a Cortino (Hch 18:1). Esta ciudad tenía dos puertos, Lequeo en el golfo de Corinto (que conduce al Mar Jónico y al Mediterráneo central y occidental) y Cencrea, en el golfo Sarónico (que conduce al Mar Egeo, al este del Mediterráneo y al Mar Negro) (1). Corinto había superado a Atenas en importancia desde hacía mucho tiempo. "La Corinto romana era el centro político y económico de Grecia, y era también famosa por su inmoralidad" (2). En ese lugar Pablo hace amistad con un judío del Ponto, llamado Aquila, el cual había salido de Roma producto de un mandato de Claudio (posiblemente en el año 49 D.C.). 

 

Tanto Pablo como Aquila compartían el oficio de hacer tiendas (Hch 18:3), por lo que el apóstol se pudo establecer en esta ciudad por bastante tiempo gozando de cierta estabilidad. En este periodo de tiempo, la expresión "hacer tiendas" se aplicaba a la gente que trabajaba con pieles en general, por lo que Pablo era un "curtidor de pieles". Este oficio estaba estrechamente relacionado con el producto principal de la provincia nativa de Pablo, un paño de pelo de cabra llamado "cilicium", que se utilizaba como capas, cortinas y otras telas diseñadas como protección contra la humedad (3). En este contexto Pablo lleva a cabo su ministerio, donde "persuadía a judíos y a griegos" todos los días de reposo (Hch 18:4).

 

Pablo ministra enseñando la Palabra de Dios

 

Silas y Timoteo llegaron desde Macedonia y de inmediato se unieron a Pablo en la predicación de la palabra de Dios, con énfasis en declarar a los judíos que Jesús era el Cristo. Al igual que en Tesalónica y en las demás localidades visitadas, Pablo proclamaba por medio de las Escrituras que era necesario que el Cristo padeciese y que resucitase de los muertos (Hch 17:3). La reacción judía ante este mensaje fue de oposición y blasfemia. 

 

La reacción adversa de los judíos lleva a Pablo a sacudirse los vestidos y decir: "Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles" (Hch 18:6). Pablo se dio cuenta que estaba tirando perlas a los cerdos (Mt 7:6). Era costumbre que cuando un judío volvía desde una tierra gentil, se sacudía el polvo "gentil" de sus sandalias, simbolizando odio por los no judíos (Lc 9:5, Hch 13:51) (4). Citando palabras de F.F. Bruce, por cierto más elocuentes que las mías: "Pablo expresa su voluntad de acabar con ese edificio aborrecible de charla difamatoria en la que sus oponentes se complacían contra aquel que Pablo proclamaba como Mesías y Señor" (5).

 

Una vez retirado de esta escena, Pablo acude a la casa de Justo, un "temeroso de Dios", expresión utilizada para designar a los prosélitos judíos, hombres que tenían interés en conocer al Dios de Israel sin ser judíos. Por otro lado, durante los primeros tres siglos de nuestra era, la iglesia se reunió en casas, de la misma forma sucedió con las sinagogas, en la medida que la comunidad judía no podía financiar un edificio especial. El nombre "Justo" (probablemente "Tito Justo") lo identifica con un ciudadano romano y como tal, formando parte de la cultura romana. Se infiere que tenía una casa lo suficientemente grande como para recibir a la congregación voluntaria de Pablo y más tarde a la congregación completa de Corinto (en el caso que se acepte que este Tito Justo es el mismo Gayo de 1º Corintios 1:14). El otro personaje mencionado es Crispo, probablemente también ciudadano romano. Crispo era de un nivel social alto, quizá rico, responsable de los servicios de la sinagoga. Como en tantas otras oportunidades expuestas en el libro de Hechos, la predicación de la Palabra de Dios tuvo como consecuencia la conversión de Crispo, y con él toda su casa (Hch 18:8). El bautismo se sucedía inmediatamente después que las personas manifestaban creer.

 

Las sucesivas conversiones y bautismos fueron acrecentando el resentimiento de los judíos contra Pablo y el equipo misionero. Como ha sucedido tantas veces en las ciudades que el apóstol visitó, los judíos reaccionaron violentamente contra los hermanos, buscando su muerte. Por esa razón Pablo siente la necesidad de partir de Corinto y proseguir su ministerio en otro lugar, al fin y al cabo estaba llamado a predicar la palabra de Dios, no a entregar su vida irreflexivamente en la campaña. Sin embargo, los planes de Dios eran otros, y a través de una visión el Señor le comunica un mensaje de ánimo:   

 

"Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad. Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios."

Hechos 18:9-11

 

El Señor le entrega el respaldo necesario al apóstol para que continúe en Corinto, para que hable y predique la palabra de Dios. Además, el Señor le promete que nadie le hará daño alguno, porque se requería antes proclamar el evangelio y llamar al "mucho pueblo" que Dios tenía en la ciudad, y que aún no escuchaba el evangelio. Estas personas que aún no recibían el llamado de Dios, pero que eran propiedad de Dios, son personas "ordenadas para vida eterna" (Hch 13:48).

 

Pablo llevado al tribunal

 

La reacción de los judíos no se hizo esperar y llevaron a Pablo al tribunal acusándolo de ser un propagandista religioso y de formar un grupo contra las leyes romanas. Galión, procónsul de Acaya, al parecer no tenía mucho interés en inmiscuirse en problemas de índole "cultural". Los judíos acusaron a Pablo de persuadir a los hombres a "honrar a Dios contra la ley" (Hch 18:13), esperando una reacción favorable de parte de Galión. Sin embargo, este último señaló respecto de la controversia "si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo vosotros; porque yo no quiero ser juez de estas cosas" (Hch 18:15). Finalmente Galión los echa del tribunal (Hch 18:16). Esta expulsión, quizá usando la fuerza de su personal de asistentes, da cuenta de la impaciencia romana con las disputas religiosas judías. Muchos romanos de clase alta veían a los judíos como agitadores incultos, clasificándolos junto con otras religiones de Siria y de Egipto (7).

 

Los griegos presentes, quizá aprovechando la oportunidad para dar rienda suelta a su hostilidad contra los judíos, agredieron a Sóstenes -el principal de la sinagoga- situación que a Galión no le importó demasiado. El haber llevado a Pablo al tribunal pudo haber molestado a muchos que descargaron su ira contra un referente de la sinagoga judía (Hch 18:17). 

 

El retorno a Antioquía de Siria

 

El ministerio de Pablo en Corinto se extendió por un año y seis meses. Al momento de la partida, la palabra de Dios hace debida mención al matrimonio de Priscila y Aquila, los cuales constituyeron un apoyo significativo en lo referente a la sustentación económica de los hermanos. Finalmente, partieron desde el puerto de Cencrea, al lado oriental de Corinto. Se hace mención al voto de Pablo rapándose la cabeza, el que sin duda fue un voto informal, pues la ley establecía que se realizara siempre en Jerusalén (Nm 6:18).

 

La ruta de regreso incluyó un paso por Éfeso, donde Priscila y Aquila se quedan definitivamente. Esta visita a Éfeso fue muy breve, no obstante Pablo igualmente aprovecha el tiempo para asistir a la sinagoga de la ciudad y discutir con los judíos sobre las Escrituras. Al parecer estos judíos fueron receptivos con el apóstol, pues le rogaron "que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió" (Hch 18:20). Pablo estaba ansioso por llegar a Jerusalén a tiempo para las fiestas judías, probablemente para la fiesta de la Pascua y dado que la navegación marítima tenía sus tiempos de suspensión, Pablo debía ir toda a prisa. 

 



[1] F.F. Bruce, Libro de los Hechos, CLIE, 1988. Pág. 359.

[2] Craig S. Keener, Comentario del Contexto Cultural de la Biblia. Nuevo Testamento. Editorial Mundo Hispano, Colombia, 2019. Pág. 374.

[3] F.F. Bruce, Libro de los Hechos, CLIE, 1988. Pág. 360.

[4] John Macarthur, Comentario del Nuevo Testamento: Hechos, Editorial Portavoz, USA, 2014. Pág. 454.

[5] F.F. Bruce, Libro de los Hechos, CLIE, 1988. Pág. 364.

[6] Craig S. Keener, Comentario del Contexto Cultural de la Biblia. Nuevo Testamento. Editorial Mundo Hispano, Colombia, 2019. Pág. 376.

sábado, 7 de agosto de 2021

La salvación no se pierde


La eternidad en juego

Esta entrada es una reflexión surgida de un sermón de John Piper, disponible en su sitio Desiring God, que se titula: "La eternidad está en juego en tu lucha contra la lujuria". Este título llama la atención por dos cosas: primero, la "eternidad en juego" y luego, "el problema de la lujuria". Me centraré en el primer tema.

 

Permítaseme una mención personal. Hace unos 20 años atrás viví una "transición denominacional" desde una congregación pentecostal a una bautista independiente, también conocidas como "fundamentalistas". Los conocedores de estas denominaciones saben de las diferencias que hay entre ellas, tanto en forma como en fondo. Creo que la diferencia principal entre ambas iglesias es que el pentecostalismo (o gran parte de él) enseña que la salvación del cristiano se puede revocar.

 

Hago el necesario punto doctrinal, tanto explícitamente como por medio de la inferencia podemos estar bíblicamente seguros que el cristiano ha recibido bendiciones espirituales insondables por la completa gracia de Dios a través de la persona y obra de Cristo. Estas bendiciones son de iniciativa divina, no son en reconocimiento a la respuesta del hombre. Son muchos los pasajes de la Biblia que sirven de alivio para todo aquel que sienta inseguridad. A propósito, cito este bello pasaje de Romanos 8:38-39

 

"Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro."  

 

De hecho, este tema es uno de los principios basales de la "Teología Reformada", siendo conocido como la doctrina de la "perseverancia de los santos", concepto más complejo pero que incluye el dilema de si la salvación se pierde o no.

 

Dicho esto, ¿por qué John Piper predica un sermón donde advierte a los oyentes que la eternidad está "en juego" en función de un determinado patrón de conducta? ¿si la salvación es inmutable, no parece esto un contrasentido?

 

Un caso: una mujer cristiana X en adulterio

 

Tiempo atrás había leído -también en Desiring God-, un escrito -también de John Piper-, que trataba sobre una mujer cristiana X que pertenecía a una congregación pastoreada por Piper. Siendo breve, la historia era más menos así: esta mujer llevaba un tiempo viviendo una relación paralela a su matrimonio, teniendo reuniones con su amante regularmente. Todo esto sucedía mientras continuaba su "vida cristiana piadosa". Un día, movida por su conciencia, se acerca a su pastor y le cuenta la situación, el pastor Piper le responde evidentemente que su conducta era un pecado contra Dios y que debía arrepentirse lo antes posible. Para sorpresa, la mujer le respondió que no estaba dispuesta a terminar con esa relación paralela, que podía dejar lo que fuera menos a su amante. Finalmente, la respuesta del pastor Piper fue más menos la siguiente: "mujer, si no terminas esa relación irás al infierno".

 

Más allá del "detalle" del pecado de esta persona, lo que me llamó la atención fue la respuesta del pastor: "si no terminas esa relación irás al infierno", lo cual me recordó la doctrina arminiana que la salvación puede llegar a perderse. 

 

Gracias a Dios esta mujer se arrepintió de su pecado. No obstante, ¿qué hubiera sucedido si no se hubiera arrepentido? Se habría perdido, en palabras del pastor. Para explicar este tipo de situaciones los interesados en estudiar la Palabra de Dios tenemos una respuesta contundente: lo que sucede realmente es que aquella mujer nunca fue una verdadera cristiana y su pecado sólo puso en evidencia esta condición. Está bien, esa respuesta es correcta, tiene adecuada base bíblica (Hebreos 6, Juan 2), pero si lo pensamos bien, es algo que sólo se puede considerar "ex-post", o sea, después de los hechos, por lo que la pregunta en tiempo presente queda aún sin responder. Si la mujer se arrepentía, entonces era cristiana, pero si no se arrepentía, se iba al infierno ¿Qué seguridad de salvación tiene la mujer en el momento de su entrevista con el pastor? ¿depende de lo que sucedió después?

 

John Piper predica ahora que "La eternidad está en juego en tu lucha contra la lujuria". Una persona que se llame cristiana y que persistentemente mantenga una relación obsecuente con el pecado, sin experimentar una lucha, se aleja bastante de la descripción que la Biblia hace de un seguidor de Cristo. Sin embargo, lo que se desprende lógicamente es que el resultante de la conducta individual da evidencia o no de la condición espiritual, por lo que pareciera que efectivamente nuestra salvación está "en juego" al menos en tiempo presente. El tema se transforma en una reflexión filosófica, pues como vivimos en el presente, no podemos garantizar nuestras conductas futuras. Pareciera ser que no sabemos a ciencia cierta si poseemos o no la salvación en este preciso momento. Es más, la Palabra de Dios nos dice "¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? (Heb 2:3) o "Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno" (Mt 5:29). Creo que es válido esgrimir que estos pasajes no son aplicables en un sentido soteriológico a alguien sellado por el Espíritu Santo, no obstante son fuertes llamados de atención que un creyente no puede dejar de considerar.

 

Consecuencia de la reflexión: procurar una vida que honre al Señor

 

Reflexionar sobre nuestra salvación es un estímulo a buscar más al Señor con temor y temblor (Fil 2:12). No se trata de fomentar una actitud legalista, de autoconfianza en el cumplimiento de una norma, pero también es cierto que el cristiano debiera auto confrontarse, como Pablo lo señala en 2º Corintios 13:5 "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos".

 

Dios no quiere que vivamos dudando de nuestra condición espiritual, pero es bueno de vez en cuando tener un momento de auto examinación, con la Palabra de Dios como parámetro, para así poder tomar decisiones respecto de aspectos de nuestras vidas que no glorifican a Dios y de otras acciones que sí lo glorifican pero que no hacemos. Lo que sí debemos tener claro es que la gracia de Dios no ha sido dada a los hombres para que el pecado sobreabunde (Rm 6:1), la gracia de Dios no es "barata" -como señaló el teólogo- sino que es una provisión de Dios en favor del hombre que debemos reconocer y valorar siempre en nuestro día a día.

 

 

sábado, 17 de julio de 2021

Jonathan Edwards y su detallada advertencia sobre el infierno


En esta entrada reconoceré la figura de Jonathan Edwards, gran teólogo y pastor del siglo XVIII, a través de la cita de algunos fragmentos de un breve escrito de su autoría "Pecadores en las manos de un Dios airado". En general el tema del infierno es expuesto con muy baja frecuencia en las iglesias, incluso en las de sana doctrina.  


Para ser sinceros, creo que es entendible la elusión del tema. La condenación eterna es un evento de difícil asimilación, incluso para nosotros los cristianos. Cuando se trata el tema suelen aparecen interrogantes y dudas, pareciera haber una incoherencia entre un Dios amoroso y un destino tan terrible. Es más, en algunos lugares se establece la prohibición de mencionar el infierno en la "predicación".

 

Sin embargo, Jonathan Edwards hace todo lo contrario en el escrito antes mencionado: trata detalladamente sobre el infierno, la ira de Dios y la inminencia de la condenación para todo hombre natural. Lo interesante es que al profundizar en el tema, el lector puede comprender en qué manera incluso el infierno sirve a la gloria de Dios. 

 

Quisiera compartir algunas porciones del texto. Al leerlos se debe siempre considerar la grandeza del escritor, uno de los teólogos más prestigiosos de la historia.

 

No hay salvación fuera de Cristo

 

“Dios no ha asumido ninguna obligación, ni ha hecho ninguna promesa de resguardar en ningún momento al hombre natural del infierno. Dios no ha hecho ninguna promesa de vida eterna, ni de liberación o preservación de una muerte eterna, aparte de lo que estipula en su pacto de gracia: las promesas dadas en Cristo en quien todas las promesas son sí y amén” (1)

 

La salvación de la condenación eterna es un don de la gracia divina a los seres humanos escogidos por Dios antes de la fundación del mundo, los cuales se han postrado ante Jesucristo en adoración y arrepentimiento. Para el resto de la humanidad no hay otra chance, no hay otra alternativa ni oportunidad.

 

Dios está furioso con el pecador

 

“El Dios que te mantiene sobre el abismo del infierno, muy parecido a como uno sujeta una araña o un insecto repugnante sobre el fuego, te aborrece y está enardecido; su ira contra ti arde como fuego; te considera indigno de otra cosa que no sea ser echado en el fuego, sus ojos son tan puros que no aguantan mirarte, eres diez veces más abominable a sus ojos que la peor serpiente venenosa es a los nuestros. Tú lo has ofendido infinitamente más que cualquier rebelde obstinado lo haya hecho contra su gobierno, y sin embargo no es otra cosa que su mano lo que te detiene de caer en el fuego en cualquier momento. Es solo por eso y ninguna otra cosa que no te fuiste al infierno anoche, que pudiste despertar una vez más en este mundo después de haber cerrado tus ojos para dormir, y no hay ninguna otra razón sino la mano de Dios, por la cual no has caído en el infierno desde que te levantaste esta mañana. No hay otra razón, fuera de su misericordia, que mientras lees este escrito, en este mismo momento, no caes en el infierno.”

 

En nuestros tiempos escasea la reverencia por Dios, ya sea por desconocimiento o porque se le enseña con sus atributos amputados. Cuando avanzamos en el conocimiento de Dios, también nos acercamos a entender su reacción ante la maldad del hombre. Dios está airado con el pecador "Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días" (Sal 7:11). Su ira reposa sobre el rostro del hombre natural: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Jn 3:36). La severidad del pecado humano es descrita en el conocido pasaje de Romanos 3:10-18. Por otro lado, Efesios 2:3 nos recuerda que incluso los cristianos, antes de tener al Señor en nuestros corazones, también éramos "hijos de ira".  

 

El infierno no es un espacio hipotético

 

“¡Oh pecador, considera el terrible peligro en que te encuentras! Es un gran horno de ira, un abismo ancho y sin fondo, lleno del fuego de ira, el que tienes debajo al ser sostenido por la mano de ese Dios cuya ira has provocado y encendido tanto como lo hicieron muchos de los condenados en el infierno. Cuelgas de un hilo, con las llamas de la ira divina flameando alrededor y amenazando quemarlo en cualquier momento; y no obstante, no tienes interés en ningún Mediador, y nada de qué agarrarte para salvarte, nada para escapar de las llamas de la ira, nada que sea tuyo, nada de lo que has hecho, nada que puedas hacer para convencer a Dios que te libre, aunque sea por un instante.”

 

Al decir de Michael Allen Rogers "Puede parecer notable, pero ningún portavoz de la Biblia pone más énfasis en el infierno como la consecuencia final del juicio de condenación de Dios que Jesús. El Hijo de Dios fue el gran teólogo del infierno". Se ha cuantificado que Cristo habló mucho más del infierno que del cielo, el Señor comparó el infierno con “un fuego” al menos veinte veces diferentes. La severidad del castigo eterno es proporcional a la magnificencia del Dios ofendido por el pecado humano.

 

La condenación del pecador expresa la ira de Dios

 

“Considera esto, tú que estás en un estado no regenerado. El que Dios de hecho ejecute el furor de su ira implica que descargará su ira sin compasión. Cuando Dios contempla lo extremadamente indescriptible de tu caso, y ve que tu tormento supera desproporcionadamente tus fuerzas, y ve que tu pobre espíritu es aplastado y se hunde, por así decir, en tinieblas infinitas, no tendrá compasión de ti, no vacilará en la ejecución de su ira ni alivianará para nada su mano: no habrá moderación ni misericordia, ni detendrá Dios a su torbellino: no se interesará por tu bienestar, ni se cuidará de que no sufras demasiado en ningún otro sentido, sino solo que no sufras más de lo que la justicia estrictamente requiere.”

 

Es duro leer este párrafo, pero es consistente con la muerte del Hijo de Dios en la cruz del calvario. Cristo no sólo padeció sufrimiento físico, sino que padeció el dolor indescriptible e incomprensible de cargar el pecado del mundo y recibir la ira de Dios mismo. Siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que fue obediente hasta la muerte, y soportó la ira de Dios en su propio ser. Sólo cuando tenemos presente este acontecimiento es que podemos acercarnos a entender la severidad del infierno.

 

La ira de Dios se desplegará sobre los hombres que detuvieron con injusticia la verdad. Habrá un lugar de negativo "privilegio" para los apóstatas y para los falsos maestros. Pero también habrá lugar para las miles de generaciones de hombres que se burlaron de Dios y de su pueblo, de la iglesia de Cristo y de la Biblia, para los que persiguieron al pueblo de Dios y para los que hicieron de la muerte de los cristianos un espectáculo. Cuando recordamos la extrema maldad del corazón humano nuevamente podemos entender el porqué de la severidad del infierno.

 

El infierno es una condenación eterna

 

El infierno “es una ira eterna. Sería terrible sufrir aun por un instante el furor y la ira del Dios Todopoderoso, pero lo que sufrirás será por toda la eternidad. Este sufrimiento horrible no tendrá fin. Cuando mires hacia el futuro, verás una larga eternidad, una duración sin fin delante de ti que consumirá tus pensamientos y sorprenderá tu alma, y perderás toda esperanza de alguna liberación, algún final y alguna disminución de tus sufrimientos; comprenderás que tendrás que pasar largos millones y millones de siglos luchando y contendiendo con esta venganza todopoderosa y sin misericordia; y cuando llegues a ese punto, cuando hayas pasado muchas eras en este estado, sabrás que es apenas un pedacito de lo que todavía falta. De manera que tu castigo será verdaderamente infinito. ¡Oh, quién pudiera expresar lo que es el estado de un alma en tales circunstancias! Todo lo que pudiéramos decir de ellas es apenas una débil y muy deficiente y apagada representación de esa condición, es inexpresable e inconcebible, porque “¿quién conoce el poder de la ira de Dios?”

 

La ofensa contra un Dios infinito merece un castigo infinito. En cuanto a su dimensión temporal, el infierno no tiene fin. Esto lo podemos entender de dos formas: un despliegue de tiempo sin fin, o una completa ausencia de tiempo, un eterno presente inmóvil. 

 

Los habitantes de la tierra aún tienen esperanza

 

Los habitantes del infierno ya no tienen retorno. “Están clamando en su sufrimiento extremo y total desesperación; pero aquí sigues tú en la tierra de los vivientes, bendecido con la Biblia y los días de descanso y los siervos del Señor, y tienes la oportunidad de obtener salvación. ¿Qué darían esas pobres almas ya sufriendo su condenación y sin esperanza por un día con la oportunidad como el que ahora disfrutas?”

 

El evangelio es la posibilidad de salvación de todo lo descrito.

 

"Porque dice:

En tiempo aceptable te he oído,

Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación"

 

2ª Corintios 6:2

 

 

 

 



[1] Fragmento de: Jonathan Edwards. “Pecadores en las manos de un Dios airado”. Apple Books.

La balanza de nuestras obras en el día del juicio

  "El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios trae...