La duda
Hace pocas semanas me llegó al whatsapp un video de un pastor de una iglesia en Santiago Centro. El video trata sobre las elecciones y sugiere que los cristianos debieran votar por José Antonio Kast. El argumento que sostiene esta sugerencia es que Kast está "más cerca" de los valores y principios bíblicos.
Este argumento es cierto, Kast es mucho más cercano a la moral bíblica que Boric. No me interesa demostrar esto, más bien reflexiono sobre la metodología de elección; me pregunto si esa "cercanía" es razón suficiente para sugerir un candidato en desmedro del otro.
¿La Palabra de Dios tendrá algún pasaje aplicable a esta situación? Me temo que no, pues la democracia moderna tiene apenas un par de siglos, por lo que no encontraremos ninguna situación en la Biblia resuelta mediante mayorías. Entonces ¿un cristiano debiera elegir en función de la "cercanía" o "lejanía" a la voluntad de Dios? ¿Qué sucede cuando en algunos ámbitos hay "cercanía", pero en otros hay "lejanía"?
Lo seguro
Lo que sucede es la voluntad de Dios. "Voluntad general" podríamos llamarla. El candidato que sea elegido mañana será el que Dios quiso instalar en el país en este momento histórico. Desde luego, Dios no se toma ninguna molestia en comunicarnos el porqué de sus decisiones.
"Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas". Romanos 13:1 es el marco para entender la relación entre el cristiano y la política. En este momento hay dos candidatos, pero mañana el ganador -sea quien sea- será autoridad, y merecerá el sometimiento que demanda la Palabra de Dios.
La Iglesia de Cristo no tiene ningún llamado a participar institucionalmente en política, aunque esta última sea disfrazada de justicia social o de preocupación por los pobres. El apóstol Pablo nos exhorta individualmente a poner la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra (Col 3:2). Si a nivel personal se nos ordena centrarnos en el Reino de Dios, resulta a lo menos extraño que una iglesia local se apasione más por la política que por Cristo mismo.
La conclusión
Considerando todos estos elementos, concluyo lo siguiente: Las iglesias locales no deben mantener ninguna connivencia con el poder. No se debería enseñar ni menos mandatar a votar por un candidato determinado, porque no hay base escritural para aquello. El mensaje bíblico es que Dios es soberano en todos los escenarios futuros, por lo que no hay nada que temer. Finalmente, sólo a modo de sugerencia, se podría opinar que determinado candidato es mejor debido a que sus valores son más "cercanos" a los bíblicos. Esto sólo debiera ser una sugerencia -a pié de página-, ya que nuestra verdadera ciudadanía está en los cielos (Fil 3:20) y los asuntos de este mundo no debieran ser dueños de nuestras emociones ni pasiones.
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