Desde mediados de 2020 se han ido consolidando los “cultos remotos o virtuales”, solución forzada para dar continuidad a la razón de ser de la iglesia: adorar al Señor. No obstante, sin intención de generalizar, he sabido de algunas iglesias locales donde se ha registrado una progresiva disminución de los participantes en las reuniones virtuales. ¿Cómo explicar esto? Se podría apelar a la “fatiga visual” de los hermanos o al poco atractivo que genera el culto remoto respecto del presencial. Sin embargo, creo que hay una razón más de fondo.
Para concluir me basaré en el siguiente supuesto:
“El culto virtual supone eliminar prácticamente todos los componentes del culto presencial adicionales a la prioritaria exposición de la Palabra de Dios. No digo que los otros componentes del culto normal estén demás, sólo menciono que con la virtualidad se pierde en gran medida la lógica de los programas, de las actividades de apoyo, de la interacción informal o de la alegría o gozo que puede transmitir una alabanza interpretada colectivamente. Alguien podría objetar este supuesto diciendo que en la modalidad remota se mantienen estos componentes, sin embargo sigo creyendo que se ven reducidos en importancia. Finalmente, es la exposición bíblica el gran soporte o atracción de la reunión”.
Podemos ordenar los argumentos para llegar a una conclusión correcta en términos lógicos.
El primer escenario:
(1) Si la Palabra de Dios es correctamente expuesta en una iglesia local, entonces habrá una participación fiel de los hermanos.
(2) La Palabra de Dios es correctamente expuesta en la iglesia local.
(3) Entonces, en aquella iglesia local habrá una participación fiel de los hermanos.
En este escenario ¿cómo se explica la menor participación en las reuniones remotas? Considerando estas premisas habrían razones fundadas para dudar de los hermanos.
El segundo escenario:
(1) Si la Palabra de Dios es correctamente expuesta en una iglesia local, entonces habrá una participación fiel de los hermanos.
(2) No hay participación fiel de los hermanos.
(3) Entonces, en aquella iglesia local no se expone correctamente la Palabra de Dios.
En este caso, negando el consecuente llegamos a la conclusión opuesta, pero lógicamente correcta. O sea, como no se expone correctamente la Palabra en aquella iglesia local, entonces no se puede asegurar la participación fiel de los hermanos. En este caso habrían razones fundadas para dudar de los expositores.
Una muy buena reflexión a lo que está pasando en muchas congregaciónes...
ResponderEliminarLa verdad que sí los oyentes son verdaderos hijos de Dios no solo sería una muy buena reunión sino sería un gozo el participar y tener comunión por cualquier medio posible ( Pablo tenía comunión con sus hermanos por carta informándoles y enseñándoles las escrituras) y la exposición de las escrituras es un tema muy importante que no se debe tomar a la ligera...saludos